151. Symbian,
yo creo que para estas historias mejor usar loquendo o las voces neurales.
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yo creo que para estas historias mejor usar loquendo o las voces neurales.
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yo tengo el elocuens pero es mas divertido cuando tiene signos para que las istorias causen mas mieyo
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arriba ilito, ¡queremos mas historias!
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una que de alto miedo y que no duermamos en la noche
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Que buenas historias me asusté mucho con la de la bañera jajaja.
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sisisis, una buena y telolifica historia para que no podamos momir.
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Porfavor una buna que no voy a dormir en todo el finde! jajajaj
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amigo no es por asarar pero puedes subir istorias? esque están muy buenas las istorias
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esto se murió.
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mis queridos disípulos, les pido una disculpa por no estar activo última mente, y le doy un agradesimiento a al disípulo que se a tomado la molestia de revivir el hilo.
les prometo que hoy mismo tienen una recopilación, y les pido comenten para poder publicar en la noche.
resivan cordiales saludos de su maéstro.
el nigromante...
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Posteo para recibir la dosis de psycoterror, sí señor.
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Oh, gran maestro nigromante, te invoco desde este teclado que, muy a su pesar solo puede invocar texto, para que sacies la sed de más historias para tus discípulos, que numerosamente han caído a falta de su psicodosis de terror.
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Zuletzt geändert von Tropical, Jul 20 2022 17:32:01
sin comentarios esta bes mis queridos disípulos, respondo a vuestras imbocaciones, disfruten.
Princesa...
¿Alguna vez te has preguntado si algo puede ser malo de nacimiento? En
estos días luminosos nuestros, conceptos como el bien y el mal suelen
observarse como caducos, arcaicos incluso. De acuerdo al pensamiento
moderno, la gente (y los animales, claro) son producto de sus escenarios
y no más responsables de sus actos que una rama suelta en el curso de un
rio.
Pero yo tengo una idea más clara. Algunas cosas nacen siendo malas.
Hace unos diez años, adoptamos una perra pastor alemán llamada Duquesa.
Duquesa tuvo una camada de siete cachorritos. Seis de ellos se veían
como cualquier otro pastor alemán que hayas visto, el séptimo era
blanco, como la nieve. No era realmente albina, sino simplemente de
cabellos color blanco, nariz negra y ojos azules.
Princesa.
Nunca hubo ninguna duda sobre cuál queríamos conservar. La llamamos
Princesa.
Después de los seis meses, cualquier plan que hubiéramos hecho sobre
vender al resto de la camada o regalarla dejaron de tener sentido, la
camada entera había muerto.
Encontrábamos un nuevo cadáver cada mes, sin lesiones ni nada, como si
hubieran muerto mientras dormían. Al principio creímos que tal vez su
madre los estaba asfixiando o algo así.
Luego no nos cupo duda de lo que los había matado.
Al acabar el año había dominado a su madre, su padre (siendo el viejo
alfa que era) y en cierto sentido, incluso a nosotros. Sus padres huían
de ella. Cuando servíamos la comida, comía todo lo que quería, sin que
ninguno de los otros dos se entrometieran.
Una vez intenté ahuyentarla e invitar a que los otros dos comieran
primero. Me gruñó, sacando esos colmillos blancos y perfectos de sus
labios negruzcos y la advertencia adquirió un tono tan profundo que me
hizo cosquillas en el estómago.
Después de eso, no volví a meterme con ella.
A menudo me pregunto si los padres de los asesinos seriales sospechan
que están observando un monstruo crecer. Es decir, claro, muchos de
ellos son responsables directos de cómo es que terminan sus hijos,
productos de casas establecidas en un patrón de violencia constante;
pero también están los que parecen ser simples y llanas aberraciones.
Esas familias, las que saben que no han hecho nada para que a Junior le
guste acuchillar perritos, me dan mucha curiosidad, ¿sonreirán y reirán,
pretendiendo que todo está bien?
Intentábamos ignorar a Princesa, racionalizar su comportamiento, las
cosas extrañas que solíamos descubrir que hacía, como matar conejos y
dejarlos colgando de los arbustos del patio de atrás.
“Algunos perros suelen hacer eso para demostrar que te quieren, los
gatos también”, decía mi papá. “Ellos creen que están trayendo comida”.
A mí me parecía que nos medía. Justo como sus hermanitos, los conejos no
tenían ninguna marca.
Como su mamá y su papá, Princesa estaba bien cuidada y nunca habría
tenido que matar nada para comer, así que no era como que lo hiciera por
hambre.
Los pequeños e innumerables cadáveres aparecían sin ninguna marca. La
única cosa a la que Princesa le clavó alguna vez los colmillos, fue a un
gatito.
Teníamos muchos gatos salvajes en los prados alrededor de la casa, y una
gatita decidió tener su camada en el cobertizo de nuestro patio.
Salvajes, es una forma de llamarlos; la mayor parte de ellos eran tan
mansos que buscaban las caricias. La gatita era así. Esa tarde fui a
verlos después de regresar de la escuela.
La puerta al cobertizo estaba abierta y adentro, Princesa se terminaba
al último gatito. Sus ojos me miraron directamente, y no me soltaron
hasta que me fui.
Encontramos a la madre en lo que terminé llamando, la posición de
“conejo al arbusto”.
El punto de no retorno ocurrió en ese mismo año, cuando encontramos a su
papá muerto. Fue el mejor perro que llegamos a tener. Amaneció sin una
sola marca, un sábado por la mañana. Puedo contar con una mano las pocas
veces que llegué a ver a mi padre llorar y esa fue una de esas veces.
Esa mañana también entendimos su modus operandi, al sentir húmedo y
suelto el cuello de su padre: los estrangulaba, como hacen los jaguares.
Enterramos a nuestra vieja mascota y luego mi padre me mandó, con mamá,
a hacer alguna cosa. No se dijo nada, pero no había ninguna duda de lo
que pretendía hacer.
Estoy seguro de que hay, entre los que puedan leer esto, quién encuentre
la ejecución de un pobre animal aborrecible, ¿pero qué otra opción nos
quedaba, dejarla en un refugio para animales, regalarla a otra familia;
quién podría hacer algo así y dormir tranquilo el resto de sus noches?
Pasamos la tarde en casa de mi tío. En una de las ocasiones en las que
entré a servirme un vaso de agua a la cocina, escuché a mi mamá diciendo
que a veces sospechaba si la perra no estaba poseída por algo. A veces
yo aún me lo pregunto. Más tarde, papá llamó. Al parecer todo había
terminado.
Para cuando llegamos a la casa, él ya se había lavado y se había
cambiado de ropa, pero había poco que pudiera hacer para esconder sus
heridas y menos para disimular el gesto nervioso de su rostro.
Tenía vendados ambos brazos y una pierna; pero lo que en verdad se ha
quedado conmigo al pasar los años, era su cara; me han tenido que pasar
muchas, muchas cosas para entenderla de verdad: era la cara de un hombre
que acababa de evadir su propia muerte.
Mi padre nunca habló de esto él mismo, pero le pidió a un vecino que lo
ayudara, y es desde lo que él me cuenta que tengo esta parte de la
historia:
Princesa era muchas cosas (sanguinaria, malvada), pero no era tonta. En
eso, si no en cualquier otra cosa, había salido a su padre; Rocky.
Siempre nos encantó que pudiera entrar a la casa él solo, cuando llovía:
aprendió que con algo de paciencia, podía empujar la puerta deslizante
con una de sus patas delanteras. Lo más impresionante de todo, es que
una vez adentro, tenía el cuidado de cerrarla detrás de sí.
Princesa había desaparecido en la pradera. No queriendo que las cosas se
le fueran de las manos, mi papá llamó al vecino y transformó esto en una
cacería.
En las palabras del viejo vecino: los estaba esperando.
Si suena absurdo decir que Princesa les había tendido una emboscada,
entonces he fallado en describir qué tan extrañas eran las cosas con
ella. Se les adelantó y dejó que la siguieran, ladrando de vez en
cuando, para que los estúpidos humanos no le perdieran el rastro. Luego
rodeó y se escondió en un plano bajo del descanso de un riachuelo, ahí
los esperó.
En el instante en que pasaron por el río, Princesa sujetó de una pierna
a mi papá y lo tiró al agua, luego se fue directo a su cuello.
Mi papá ya había perdido el rifle para ese momento e intentaba sujetarla
con ambas manos.
En algún momento, logró distanciarla de una patada, permitiendo que su
amigo tuviera un tiro limpio que atravesó a Princesa por el pecho. Luego
la remató de un tiro en la cabeza, a quemarropa y llevó a mi papá a
emergencias, diciendo que se encargaría de Princesa una vez que lo
dejara en su casa.
—Se puede podrir en donde se quedó. —contestó mi viejo, y fue todo lo
que llegó a decir al respecto.
Cuando aseguró a mi papá, el vecino regresó en su troca a levantar el
cuerpo de la perra. Ama a estos animales, como nosotros lo hacíamos y
nada más no le parecía correcto dejarla ahí. Si hubiera pasado tanto
tiempo cuidando sus espaldas como nosotros, tal vez hubiera pensado
distinto.
—No estaba. No había rastro de sangre, nada. —después de intentar
encontrar alguna pista por unos minutos, notó algo más: un silencio
enorme, nada de pájaros. El bosque entero estaba en silencio, como
cuando está a punto de caer una tormenta. Sabiamente, decidió irse.
Sí, venía una tormenta.
Esa noche, Duquesa vino a empujar la puerta corrediza con su pata, algo
que nunca antes había intentado y yo, tuve un sueño.
En él, estaba jugando football en el patio trasero con algunos amigos y
persiguiendo el balón, terminé cerca de la tumba de Rocky. Cuando
intentaba levantar el balón, Princesa saltaba de la tierra para
sujetarme con su enorme hocico de una mano. Me desperté con un
sobresalto y el miedo que entonces sentí me habrá quitado unos diez años
de vida, al notar la silueta de un pastor alemán en el pasillo que da a
mi habitación.
Era Duquesa. Estaba sentada en el pasillo, llorando y moviendo su cola
con inquietud. Estaba mirando hacia afuera de la casa. Fui hacia ella y
puse mi mano sobre su cabeza.
—¿Qué pasa, niña?
Fue en ese momento que noté el ruido de una pata intentando empujar un
cristal. La puerta del patio.
Tomé a Duquesa del collar y me la llevé al cuarto de mis padres, cuando
estuvimos dentro aseguré la puerta. Tenía catorce años y estaba muerto
de miedo, pero no estaba buscando refugiarme del monstruo en el cuarto
de papi y mami; ahí es donde las armas se guardan en nuestra casa.
Los levanté en seguida y les dije lo que había escuchado.
—Ay dios mío. —dijo mi madre. Papá se levantó y revisó la puerta.
—Enciérrense en el baño.
Escuché la puerta deslizarse. Si alguno de nosotros tenía dudas sobre lo
que acababa de entrar a la casa, no era Duquesa. La única cosa a la que
le tenía miedo en esta vida era a su propia cría. Cuando la escuchamos
aullar, se orinó. Yo no estaba muy lejos de terminar igual.
A continuación, ocurrió un fenómeno de terror puro, de seis horas de
duración; puntuado por los ataques incesantes contra la puerta del
cuarto y estallidos por toda la casa, conforme Princesa encontraba más
cosas qué romper, oraciones en susurro de la boca de mi mamá y
maldiciones en letanía de mi papá, mientras otro intento de salir del
cuarto terminaba frustrado.
No teníamos teléfono. El que estaba en la mesa de noche de mis papás no
tenía línea. Luego encontraríamos que el cable había sido arrancado
directo de la caja de la casa. Mi mamá sugirió que intentáramos llegar
hasta el carro y sobre todas las cosas, fue la respuesta de mi padre lo
que de verdad terminó por ponerme mal; se suponía que él tendría que ser
el pensador frío en una situación así, en cambio, dijo:
—Amor, creo que eso es lo que quiere que hagamos.
Mientras la oscuridad del mundo comenzó a volverse gris, un silencio
cayó sobre la casa. Miramos por las ventanas, intentando alcanzar a ver
la puerta del patio; pero por más que intentamos, sólo pudimos ver una
parte del exterior, dejando mucho espacio para que un perro, incluso uno
grande pudiera esconderse, esperar.
Después de una hora de silencio, mi papá abrió despacio la puerta del
cuarto. Me recuerdo pensando en lo inútil que me pareció el gesto. Los
sentidos de un perro son mucho más agudos que los de los hombres; bien
hubiera podido saludar a la bandera a tiros, hubiera sido lo mismo. Papá
se detuvo en el pasillo y regresó para detenerme.
—No salgas hasta que lo diga, ¿está bien?
Con cuidado, se abrió paso hasta la puerta del patio, lo escuchamos
cerrándola antes de que nos gritara que no saliéramos todavía.
Pude escucharlo intentando poner orden, recogiendo cosas en una bolsa de
basura. Luego de unos minutos, nos pidió que saliéramos.
Nos encontramos con un desastre. Cojines y almohadas hechos pedazos,
muebles volcados y más allá de la reparación, papeles y libros hechos
confeti; pero mucho peor eran unas manchas de sangre fétida y negra,
junto a varios pedazos de carne en descomposición, con pelo, regados por
toda la casa. Mi mamá se preguntó en voz alta por lo que había esparcido
por toda la casa. Mi papá se limitó a guardar silencio y reunir los
pedazos de Rocky, para sepultarlo de nuevo.
Limpiamos lo mejor que pudimos mientras papá manejaba a casa del vecino
para hacer todas las llamadas. Después de todos estos años, sigo
preguntándome por qué parte de un seguro de propiedad cubrirá “daños por
perro no muerto demoniaco”.
Ninguno de nosotros habló sobre lo que la noche podría deparar.
El evento no volvió a repetirse, aunque Duquesa no volvió a salir de la
casa.
El tiempo avanzó.
Ocasionalmente, encontrábamos un nuevo “regalo”, esparcido en el arbusto
de los conejos. Un recordatorio amistoso, un símbolo de amor de Princesa.
Un par de años después, papá me llamó a la preparatoria para contarme
que el vecino había muerto.
—Paro cardiaco durante el sueño, dice la autopsia. —ambos pensábamos en
cómo no habían encontrado una sola marca.
He pasado varias noches preguntándome por lo que ese viejo cazador habrá
visto en sus últimos minutos. Puedo garantizarte, que lo que fuera que
viera, lo miró de regreso.
No mucho tiempo después de eso , mis papás vendieron la casa. Me
encargué casi por completo del proceso. Una semana luego de que los
nuevos inquilinos se mudaran, el jefe de familia me llama. Quiere saber
si no abandonamos mascotas cuando nos fuimos. Ya temiendo la respuesta,
le pregunto por qué me lo pregunta.
—Ah, yo y los niños solemos ver este lindo pastor alemán de color
blanco, en el bosque.
Lindo.
la princesa de mis sueños...
Todos hemos soñado alguna vez con una chica perfecta, la chica que sería
ideal para ser la madre de tus hijos. Yo tuve ese sueño, el sueño más
precioso de mi vida en el que aparecía una hermosa silueta de una chica
con un cabello sin igual. Esa chica se dio la vuelta y por fin vi su
rostro, era un rostro tan bello, tan delicado, tan frágil, tan
angelical... Ah, tan angelical.
Estaba obsesionado con esa chica que vi en mi sueño, no paraba de pensar
en ella todo el día. Tan fuerte era mi obsesión que lloraba, gritaba y
me auto lesionaba a mí mismo cuando me encerraba en mi habitación.
"¿Dónde estás, mi dulce princesita?" me preguntaba a mí mismo,
necesitaba una respuesta, necesitaba saberlo a toda costa.
No iba a clases, no comía, no me relacionaba con nadie, mis padres se
preocupaban mucho de mi estado mental, tenían miedo de que muriera de
hambre. Mi madre, en un intento de convencerme para que diera un bocado
a esa tortilla de patatas tan buena que ella hacía, consiguió ver uno de
mis cortes, lo tenía en mis brazos, ocultos con pulseras y camisetas de
manga larga.
No tardaron en encontrarme un psicólogo para que me tratara así que me
llevaron al día siguiente a su consulta. En la puerta había un cartel
que ponía: "Dra. Claudia Bosconitch". Sólo con ver su apellido supe que
tenía que ser la mujer más fea del mundo. "¿Bosconitch? ¿En serio?
jajaja", no podía reírme más por dentro, estaba claro que sus padres
eran de Rusia o de alguna parte del norte de Europa.
Mi madre llamó al timbre de la consulta muy rápido, se notaba sus ganas
de que esa Dra. me curara de la cabeza. "Enseguida abro" dijo alguien
que se encontraba en el interior, era una voz muy femenina y dulce que
me dejó embobado durante unos breves segundos hasta que abrió la puerta
aquella mujer.
Me quedé en blanco con nada más verla, era ella, era la chica de mis
sueños, era la causa de todos mis problemas. Mis padres hablaban con
ella mientras yo seguía en shock. No podía creerlo, ¿estaba soñando? lo
dudaba mucho. De repente ella me clavó su mirada en mis ojos, era una
mirada dulce y hermosa, cautivadora y misteriosa. Sus ojos eran de un
color raro, nunca había visto unos ojos así.
Mis padres me metieron en su consulta y automáticamente mi cuerpo se
tumbó en un sofá de la consulta. Mis padres se marcharon y yo me quedé a
solas con ella. No me lo podía creer, estaba delante de ella, ¡de ella!
era más hermosa que en mis sueños.
La Dra. y yo empezamos a hablar de lo que me pasaba, ella daba sus
consejos, pero yo seguía mirando a su tierna mirada que me tenía hechizado.
Todo era genial, pasaron 5 días y me encontraba mejor que nunca. Otra
vez me tocaba ir a su consulta y fui después de comer, era tan feliz...
Al llegar a la consulta ella me abrió la puerta y antes de que yo
entrara me preguntó con una mirada muy seria: "¿Darías la vida por la
chica de tus sueños?" y yo tan feliz, sin dudarlo ni una sola vez le
dije que sí. Ella me hizo pasar dentro, pero al entrar notaba algo
extraño, el ambiente estaba más frío de lo normal, mi piel se puso de
gallina. Miré a mi espalda y la Dra. no estaba, la puerta estaba cerrada
y no había manera de abrirla. Me puse nervioso, sentía que algo o
alguien me estaba observando, esperando a que diera un movimiento para
abalanzarse sobre mí.
Cerré los ojos, no quería ver nada, tenía demasiado miedo como para
poder abrirlos. Sentía que algo estaba andando sobre mi alrededor, oía
una risa tan macabra que mis lágrimas empezaron a salir solas. Mi miedo
crecía por momentos y cada vez era más incapaz de moverme.
Todo quedó en silencio y mi cuerpo quedó relajado. Abrí poco a poco mis
ojos y observaba la consulta, con mucha iluminación, con una temperatura
agradable. Miré al techo y ahí estaba la Dra., la princesa de mis
sueños... era todo exactamente como en mi sueño. Su mirada me daba
tranquilidad... paz. De su espalda empezaron a salir unas alas de color
blanco puro, unos alas enormes y bellas. ¿Acaso era mi dulce princesa un
ángel? no podía estar más a gusto con lo que veía.
La felicidad duró poco... mi dulce y bella princesa angelical me miró
con una mirada macabra, sus ojos se volvieron rojos rubí y sus alas se
volvieron de un color negro marchito. Mi ángel se convirtió en algo
macabro y oscuro, su sonrisa perturbadora heló mi corazón rápidamente.
Los objetos de la consulta empezaron a soltar un líquido rojo y una mesa
voló hasta mi cabeza golpeándome muy fuerte. Me desmayé en el instante.
Abrí mis ojos, quería que todo hubiese sido una pesadilla, pero estaba
muy equivocado... Mis ojos contemplaron un paisaje lleno de cadáveres y
espíritus errantes, gritando y agonizando del sufrimiento que había en
sus corazones. Del cielo bajó la que era la princesa de mis sueños. Me
miró y se acercó a mi cara. Sus labios me besaron, no podía estar más
feliz pero lo que realmente pasaba es que ella me estaba absorbiendo el
alma... Todo se volvió oscuro poco a poco y lo último que escuché fue:
"¿Darías la vida por la princesa de tus sueños?
Siguiente...
Era un chico con mucha suerte, eso pensé siempre. Y mírame ahora… no
creo que sea capaz de aguantar mucho más aquí. Espero que esto funcione.
Yo era un muchacho de familia rica. No tenía hermanos, pero nunca me
apenó ser hijo único. Nací a mediados de los ochenta y me crié en una
gran casa ubicada en las afueras de la capital. Aunque no tengo muchos
recuerdos sobre aquel lugar, puedo decir que era una inmensa casa
amarilla, muy llamativa y con unos detalles más que cuidados. Mi padre
era director general de una empresa arquitectónica (cosa que explica el
porqué de aquella gran casa). Siempre estaba de viaje. Pero esta no era
la típica historia del padre rico que no quiere a su hijo. Él me tenía
mucho aprecio, siempre hablábamos por teléfono, además de que todos mis
recuerdos sobre sus visitas a casa son grandes momentos de mi infancia.
Nunca estuvimos muy unidos, pero éramos almas gemelas, sin duda. Con mi
madre tampoco pasé demasiado tiempo, y la recuerdo como una persona más
fría, aunque claro, fui su hijo y su relación conmigo estaba a un nivel
distinto que al de cualquier relación que pudiese tener con otra persona.
Pronto acabé mis estudios básicos y llegó el momento de elegir qué hacer
con mi vida. Realmente nunca me había planteado a qué me quería dedicar,
ni qué haría al acabar mis estudios. El plan por defecto siempre había
sido seguir los pasos de mi padre y elegir hacer una carrera de
arquitectura o ingeniería. Me gustaba la idea, pero en el fondo sabía
que no quería ser como mi padre, y probablemente eso fue lo que me detenía.
Fue en verano cuando pasó todo. Por aquel entonces pasaba mucho tiempo
en mi ordenador, sobre todo durante las aburridas noches en las que no
sabía qué hacer. Internet aún era algo muy nuevo y desconocido para la
mayoría, cosa que ayudó a que explorar y participar en blogs y foros se
convirtiese en mi nuevo y nocturno pasatiempo secreto.
Todas las noches navegaba sin rumbo fijo por la red, descubriendo e
interesándome por todas las cosas interesantes que encontraba. Una de
las noches me llamó mucho la atención una página. Era un fondo negro,
con una historia escrita en blanco encima. Los tamaños de la letra
variaban y la letra estaba hecha a ordenador, pero no parecía un formato
normal. La barra de direcciones había desaparecido, aunque no le hice
caso, puesto que no sabía nada de informática y no le di importancia al
suceso.
Era tarde y no me quedaban demasiadas ganas de seguir explorando por la
red, pero aquello parecía interesante, así que me autoconvencí a leer la
historia. La historia estaba titulada «Siguiente». El principio no tenía
sentido y me dio muy malas vibraciones, pero seguí leyendo. Contaba la
historia de una persona, parecía una biografía ultra resumida. Llegó una
parte en la que la historia perdió el sentido totalmente. En esa parte
contaba que leyó una entrada titulada igual que la que yo leía. Luego,
para colmar el sin sentido de aquel texto, al final de la historia sólo
ponía «Ahora, yo volveré a mi vida. Y tú, dejarás la tuya…». Tras leer
aquello apagué el ordenador y me fui a dormir enfadado, por la pérdida
de tiempo que había sido aquella historia. La verdad es que estaba
muerto de sueño, pero me costó dormirme.
A la mañana siguiente me desperté en una sala blanca. Sobresaltado,
intenté levantarme y ver qué pasaba, qué era aquello, pero no tuve
fuerzas para hacerlo. Examiné rápido mi alrededor y, con incredulidad y
miedo, me di cuenta de que era una habitación de hospital. Unos segundos
después una enfermera apareció para ver qué pasaba. Atónita de verme
despierto, me dijo que esperase y fue a llamar lo más rápido que pudo a
un médico. Al llegar el médico, intenté preguntar qué me había pasado, y
explicarle que lo último que recordaba era que pasé la noche en mi
ordenador. El médico, casi más sorprendido que yo y con la cara
sumamente pálida, me explicó que había despertado de un coma. Que
llevaba alrededor de diez años allí. Me desmayé.
Volví a despertar, ahora en una sala distinta, con una mujer sentada a
mi lado. Era mi tía. Me contó que mis padres habían muerto, y que nadie
aún se creía que hubiese despertado. También me ofreció quedarme con
ella hasta que supiese qué hacer.
No me creía nada de lo que estaba pasando. Tardé varios días en asimilar
la situación y en empezar a creérmela. Estaba solo en el mundo, todo era
nuevo y desconocido para mí. No sabía qué hacer. Entonces, recordé algo.
Recordé aquella historia que había leído el último día de mi «sueño».
Recordé la última parte. Lo entendí todo…
Perdido y asustado, utilicé el ordenador que había en casa de mi tía
para relatar una historia lo más fiel y parecida a la que recordaba,
para así, condenar al siguiente… Y acabar con esto.
Ahora, yo volveré a mi vida. Y tú, dejarás la tuya.
Descubriéndome...
¿Qué es esto? Está oscuro. Acababa de despertar y no sabía dónde estaba.
Miré a mí alrededor para intentar saber dónde estaba. Para mi sorpresa
vi que era un pequeño sótano. ¡OH DIOS! Todo cubierto de sangre. Vi
manchas de sangre por todos lados, intestinos, trozos de carne…no
parecía carne de animal.
Seguí viendo y encontré varios cráneos y cadáveres. La atmósfera era
terrible, todo oscuro, con insectos, telas de arañas y un matadero ahí
adentro….creo que iba a vomitar. Lo intenté pero no salió nada, estaba
vacío por dentro.
Miré mi cuerpo y me di cuenta de que estaba desnudo, mi piel al
descubierto…por alguna extraña razón me avergoncé de ello…esa situación
no lo ameritaba.
Me di cuenta de que estaba parado en un círculo…era un… pentagrama… echo
de sangre…! OH DIOS! ¿Qué hago parado aquí? ¿Quién me trajo
aquí?-Dije-No recordaba quién era, ni mi propio nombre. Tenía tantas
preguntas que en ese macabro lugar no iba a poder responder, así que me
decidí por salir. Subí lentamente las escaleras del sótano que eran
alumbradas por un pequeño foco colgante que se movía débilmente de un
lado a otro. Pisé sangre de las escaleras manchando la planta de mis
pies. Vi también restos de sangre seca y carne podrida….me pregunté
cuanto tiempo llevarán ahí.
Seguí subiendo lentamente las escaleras que rechinaban con cada paso,
echas de una madera tan podrida que sentía que en cualquier momento se
caerían. Finalmente terminé de subir las escaleras, y con mucho cuidado
abrí la puerta frente a mí. No quería que alguien me escuchase salir de ahí.
Necesitaba escapar de donde sea que esté, de donde sea que me trajeran.
Necesitaba escapar de aquí, como sea.
Vi un largo pasillo con varias puertas y al final del lado izquierdo una
sala con un sofá muy sucio. Del lado derecho del pasillo una escalera
que llevaba a un lugar aún más profundo y oscuro. Me pregunté hacia
dónde llevaban, pero no me arriesgaría a ver qué hay, mejor intenté
salir de ese lugar, ni siquiera me molesté en saber qué pasaba ni en ver
todas las puertas, solo pensé en salir de ahí e irme a algún lugar donde
poder estar seguro.
Me dirigí hacia la sala que tenía la puerta principal. Caminé por el
pasillo que tiene una alfombra de color rojo, unos pequeños muebles con
plantas muertas y cuadros colgados en la pared sobre satanismo, todo
estaba muy deteriorado, los muebles muy podridos y sin color, llenos de
polvo y telas de arañas al igual que las paredes, las plantas y los
cuadros…los cuadros….me daba un escalofrío verlos…sentía como si todas
las caras pintadas me observaban. Esa virgen llorando sangre, el otro
cuadro con un demonio comiendo pobres almas en pena en el averno, un
Jesús en una cruz invertida, sangrando por sus poros y un cielo color
sangre con una luna escarlata.
Por fin terminé el pasillo y llegué a la sala con un mueble que tenía un
televisor muy antiguo y con la pantalla rota, ventanas tan empolvadas
que ni la luz de la noche entraba por ellas, había más cuadros satánicos
por las paredes al igual que en el pasillo, el sofá empolvado era para
tres personas y tenía una camisa con un pantalón…como si alguien lo
hubiese dejado para mi…eso me perturbaba un poco, pero de igual forma me
los puse. La ropa olía muy mal, literalmente olía a cadáver…me pregunté
si sería de alguna persona que tal vez murió ahí…pensar en eso me aterró.
Esquivé el sofá y caminé lentamente a la puerta de entrada, puse mi mano
en el pomo de la puerta -al fin saldré de esta locura- pensé, pero al
intentar girar el pomo, nada ocurrió, la puerta estaba cerrada y al
parecer necesitaba una llave…supuse que esta medida era para que la
gente como yo no escape. Supuse también que debería encontrar la maldita
llave si quería salir.
Maldición-Dije-, tendré que buscar la llave por este lugar, no me agrada
la idea, me provoca pavor, pero debo hacerlo.
Revisé cada puerta del pasillo y solo encontré salas vacías.
Comencé a desesperarme, mi respiración, pulso y latidos se aceleraron.
Miré hacia el segundo piso al que se puede subir por la sala al final
del pasillo.
Ya revisé cada puerta del pasillo y solo encontré mugre, insectos,
telarañas y polvo, nada que me sirva y cuando me dispuse a subir al
segundo piso, escuché…oh por dios…un gruñido que venía de las escaleras
del otro extremo del pasillo…oh dios, como esperaba no estaba solo en
ese lugar, pero su gruñido era muy particular, no era como el típico
gruñido, esto era como un lamento, muchas voces lamentándose, como si
sufrieran. Cada vez entendía menos qué pasaba, pero me escondí
rápidamente dentro de una de las habitaciones vacías del pasillo al
sentir pasos de ese lugar…sea lo que sea que haya ahí, no quería que me
encontrara…
Sentí cómo ese “algo” subía las escaleras lentamente, así que me puse a
espiar por la hendidura en donde se pone la llave. Se tomó su tiempo…al
fin subió…lo que vi era abominable, Era un ser compuesto de dos cabezas
con ojos cerrados y cocidos, sus dos cabezas provocaban esos lamentos de
dolor, de su hombro derecho vi salir un brazo muy delgado, putrefacto,
en los huesos y en su hombro izquierdo salía una protuberancia que tenía
la silueta de un rostro melancólico que gritaba en agonía, como si
quisiera atravesar la piel de esa cosa y huir de aquel cuerpo. Sus
brazos eran muy grandes y largos, llegando a más debajo de la rodilla
del monstruo, sus venas se marcaban en la piel. Su brazo izquierdo era
una deformidad, justo en donde estaba el codo su brazo se dividía en
dos, que se movían independientemente y los dedos de sus dos manos
izquierdas eran largos y sin uñas. Su pecho y abdomen parecían hechos
artificialmente, como si hubieran tomado piel de humanos y los hubiesen
unido con un clavo, toda la piel estirada pero al nivel de que se
arrugaba, En su pectoral derecho vi un ojo muy grande que miraba
nervioso a todos lados y en su pectoral izquierdo entre toda su piel
viscosa y arrugada vi otra silueta de un rostro adolorido y melancólico.
Era el cuarto rostro que veía en ese ser. Al final de sus piernas
musculosas y grandes donde debería haber un par de pies había en
realidad cuatro grandes dedos, pero al fijarme bien no eran dedos, sino
que eran cuatro pies unidos en cada pierna. Al centro de su pecho se
veía expuesto su corazón, las válvulas y venas también, latiendo a un
ritmo lento pero estable.
La monstruosidad se paró justo frente al cuarto donde me escondía,
empecé a temblar de miedo, y me recorrió por el cuerpo un sudor helado
que me ponía de los nervios. Contuve mi respiración para que no pudiera
oírme, aunque no le veía ningún oído u oreja.
Estaba tan cerca de mí, pude oler su putrefacción, me revolvió el
estómago, temía que me hubiera descubierto, no sabía si huir o quedarme
quieto ¿me habrá descubierto o no? Preferí quedarme quieto y esperar a
ver qué pasaba.
Al cabo de unos minutos el monstruo siguió caminando lentamente, lo
logré sentir subiendo al segundo piso lentamente, sentí un peso
liberarse en mí, todo el nerviosismo se fue cuando el monstruo también
lo hizo.
Decidí bajar por las escaleras que estaban en ese pasillo, si esa cosa
se fue no creo que hubiera algo más ahí abajo, abrí la puerta del cuarto
y volví a entrar a ese pasillo, comencé a bajar esas escaleras muy
lentamente intentando evitar que emitieran ruido alguno. Al terminar de
bajar las escaleras me encontré con un lugar bastante pequeño, solo eran
cuatro paredes iluminadas por un foco al centro del lugar y justo bajo
la fuente de luz una silla de madera bastante vieja. En esa escalera
encontré un trozo de papel, me acerqué a él y lo comencé a leer, decía:
“/Es 30 de noviembre, cada punta del círculo está completo, yo y mis 4
compañeros estamos listos, tenemos nuestras antorchas y los sacrificios
están listos para el ritual, hoy a la media noche pondremos a los
sacrificios vivos en el círculo, espero todo salga bien cuando el ritual
se lleve a cabo.”/
Era todo tan extraño ¿Quién escribió eso? ¿De qué hablaba, a qué se
refería con eso de sacrificio? ¿Habré…sido yo uno de esos sacrificios?
De todas formas en ese lugar solo encontré eso, me esconderé nuevamente
y cuando esa cosa baje subiré al segundo piso a buscar la llave para
salir de aquí-Pensé-. Ya no pensaba quedarme más en ese lugar, me iré y
olvidaré todo lo que pasó-Dije con convicción-. También intentaré
recordar qué es lo que pasó conmigo, por qué no recuerdo nada de mí.
Me escondí nuevamente en otra habitación del pasillo y esperé paciente a
que el monstruo bajara del segundo piso. Pasaron 20 minutos, 2 horas y
nada, no sentía nada y cuando creí que nunca bajaría sentí esos mismos
pasos de sus ocho pies por cada escalón del segundo piso, al fin estaba
bajando. Lo sentí caminar por el pasillo y bajar a esa sala sola, solo
esperé que no se enterara de que estuve ahí.
Cuando al fin bajó las escaleras me dispuse a salir de ahí, fui rápida y
silenciosamente al segundo piso.
Había varias habitaciones también en el segundo piso, eran habitaciones
comunes y corrientes, que contenían una cama, con un armario, plantas
muertas, mucho polvo y telas de arañas. También encontré un baño, muy
sucio y mal cuidado.
Cómo esperar que solo me quedara una habitación y aun sin encontrar la
llave ¿Qué me espera si en ese lugar no está la llave? ¿Qué haré?
¿Tendré que huir por la ventana? Tal vez si, esa será mi única opción,
de algún modo salir por ella sin que no me escuche esa cosa-Pensé-.
Bueno, no pensé mucho en aquello, no sacaba nada preocupándome. Así que
decidí entrar a la última polvorienta habitación. Abrí la puerta
lentamente para no provocar ruido y cuando entré a esa habitación me di
cuenta de lo muy distinta que era, tanto que casi liberé un alarido de
mi interior que hubiese sido capaz de alarmar a esa cosa, Logré cubrir
mi boca con mis temblorosas manos.
Vi una habitación echa de láminas de metal oxidado y ensangrentado, Por
toda la habitación vi expuesto un innecesario sistema de cañerías y un
montón de cables que no conducían ningún tipo de electricidad. Algunas
cañerías estaban oxidadas y rotas, lo que provocaba varias goteras que
mantenían el alfombrado piso verde con charcos de agua, también de
sangre por supuesto. Había un mueble pequeño con un cajón y no existía
una cama, solo un conjunto de fierros oxidados que servían para sostener
un colchón.
Instintivamente revisé dentro del cajón y encontré un gran manojo de
llaves…todas eran exactamente iguales, así que decidí separarlas y
ponerlas en un bolsillo del pantalón para que al usarlas, las ya usadas
se guarden en el otro bolsillo y así no confundirme…solo esperaba que no
hicieran mucho ruido.
Comencé a bajar las escaleras para llegar a la sala con la puerta
principal. Observé las escaleras que conducían hacia esa cosa para
asegurarme de que no viniera. Observar ese lugar hacía que mi corazón se
acelerara y me pusiera a sudar y temblar.
El pavor y la adrenalina se apoderaron de mí al estar frente a la
puerta, y en mi desesperación un nuevo pensamiento surgió en mi mente
¿Qué me depara afuera? ¿Qué habrá allá? ¿De verdad es más seguro afuera
que aquí adentro? Si existe un monstruo como ese aquí ¿Qué me asegura
que no hallan más como él o peores aún? No logré pensar más en mi
situación cuando sentí que el monstruo de pesadilla se comenzaba a mover
de nuevo. Empezó a subir las escaleras con su respectivo alarido de
dolor y rápidamente probé una por una las llaves…ninguna funcionaba,
esto es malo. Mis manos temblaban demasiado, me costaba introducir la
llave en la ranura y el sudor recorría mi frente cayendo al piso. Miré
hacia atrás y logré visualizar las protuberancias del monstruo, lo que
en mi desesperación provocó que las llaves cayeran al piso. Me arriesgué
con las tres llaves que me quedaban. Puse la primera y no funcionó, el
monstruo cada vez más cerca, puse la segunda y logré abrir la puerta.
Mis ojos lagrimeaban por la adrenalina, pero logré abrir la puerta.
Comencé a correr y a alejarme de esa casa de tortura y me encontré con
una planicie rodeada de árboles. Solo corrí en línea recta, por fin
logré escapar de ese lugar. Vi una silueta frente a mí, una silueta
negra ¿Será amigo o enemigo?-Pensé-.
Seguí corriendo y me desvié a la derecha para esquivar la silueta pero
algo ocurrió. La silueta se puso frente a mí de la nada, como si
desapareciera de donde estaba y apareciera mágicamente frente a mí. Me
golpeo con la silueta, la veo, es muy alta, de unos 2 metros creo yo. Vi
su rostro, estaba cubierto con una capucha pero divisé una nariz muy
larga y arrugada, le faltaban dos dientes y tenía unas pestañas muy
largas, sus ojos eran caídos y profundos, su cara era muy arrugada y su
cabeza tenía solo unos contados mechones de cabello blanco, era una
anciana muy aterradora. Me tomó de los brazos, muy fuerte, dolía mucho y
la anciana me dijo:
“oh, has despertado hijo mío ¿Qué haces aquí afuera? Volvamos adentro”
¿De qué estaba hablando esta anciana? La saqué a un lado y seguí
corriendo, pero sus palabras resonaron en mi cabeza, no salían de ahí,
pero seguí corriendo y me alejé, y me alejé, y me alejé, y no paré de
correr y alejarme hasta no estar nunca más cerca de ese lugar.
…….
…..
…
Sigo escribiendo esta historia de mi vida, han pasado varios meses desde
que escapé y por fin, pensando en lo que me dijo esa anciana ya recordé
todo, recuerdo quien soy, recuerdo por qué estaba ahí, por fin me di
cuenta de quién soy y quién era ella, qué es ese lugar.
Ahora recuerdo, los experimentos, cómo esa anciana y su grupo de
compañeros experimentaban con gente, cómo es que crearon a esa bestia
que tanto me atemorizó, el cómo…me crearon a mí, cómo usaron a unas
personas para crearme a mí…no…más que nada para liberarme de donde
estaba, pude despertar en el pentagrama y fui liberado. Ahora estoy
empezando a tener hambre, no eh comido desde que me dieron esos
sacrificios y ahora comenzaré a comer, comeré de nuevo, hasta saciar mi
apetito, hasta que este lugar ya no tenga más comida que ofrecerme,
estaré aquí mucho tiempo, de verdad mucho tiempo. Al fin recordé mi
nombre, pero no te lo puedo decir, no quiero que mi comida se atemorice,
la carne tensa nunca es deliciosa.
La habitación roja...
Rika era una adolescente japonesa a la que le encantaba pasar su tiempo
libre en Internet. Lo que más hacía era buscar novedades en las redes
sociales y foros populares de Japón. Le encantaban las creepypastas,
misterios y leyendas. Fue por eso que cuando escuchó hablar acerca de
«la habitación roja», su curiosidad no le permitió pasar el tema de largo.
—¿Qué es eso de la habitación roja? —le preguntó a uno de sus
compañeros, un chico llamado Hiro.
—¿No lo sabes? —preguntó él con burla.
Ese era el tema de conversación del salón entero y prácticamente ya
todos estaban al tanto.
—Dicen que Internet hay un banner muy extraño, que se abre en forma de
ventana emergente —le contó el muchacho—, es un banner de color rojo que
te hace una única pregunta: ¿te gusta la habitación roja? Tú tienes que
contestar que sí o que no. Pero si tu respuesta es afirmativa,
inmediatamente se abrirá ante ti una lista en la que verás tu nombre.
Puede que también veas los de otras personas que conozcas.
—¿Eso es todo? —preguntó Rika, extrañada— ¿Y qué pasa después de que ves
tu nombre en la lista?
—Eso nadie lo sabe. Probablemente solo se trate de la broma de un
informático idiota.
Durante los días siguientes, Rika no dejó de pensar en la habitación
roja y todo lo que se decía de ella. Tenía ganas de averiguar si el
rumor era cierto, que pasaba una vez que uno se introducía en la lista.
Un día, navegando en la red como de costumbre, una ventana emergente se
abrió ante sus ojos y ella sintió que se sobresaltaba. Era el banner de
la leyenda y tal como le había explicado su amigo, le hacía una simple
pregunta: ¿te gusta la habitación roja?
Sin pensarlo, Rika respondió que sí y a continuación, vio desfilar ante
ella un número alarmante de fotografías sangrientas, que se sucedían
rápidamente las unas a las otras, mostrando escenas que parecían sacadas
de una película gore. Gente asesinada, mutilada o despedazada. Tras un
intenso minuto de ansiedad, la muchacha vio aparecer ante ella una lista
en la que por supuesto, figuraba su nombre, debajo de tantos otros.
En ese momento la ventana se cerró y Rika suplicó para sus adentros que
todo aquello fuese una broma. Apagó la computadora y se marcó a dormir.
A la mañana siguiente, la policía y los medios de comunicación locales
se habían dado cita en su casa. Sus padres estaban destrozados. La
conmoción en el ambiente era notoria y nadie podía explicarse
racionalmente que era lo que había ocurrido.
Rika, o lo que quedaba de ella, yacía muerta en su dormitorio. Parecía
como si alguien se hubiese ensañado con su cuerpo a tal punto, que no se
le podía reconocer por la gravedad de sus heridas.
Era una escena enfermiza.
La sangre había sido impregnada en las paredes de la recámara,
tiñéndolas por completo y transformándola en un escenario de pesadilla.
Transformándola en una habitación roja.
Las primeras palabras de mi hijo...
Charlie nació como una bola de gritos diminuta, rosa y agitada. Nació un
mes prematuramente, escapándose como si tuviera lugares que visitar y
gente que ver. Mi esposa bromeó con que tenía la voz de un ángel; sus
gritos severos podían arrancar la pintura de las paredes y los vellos
finos de oídos internos. Beth y yo nos tomábamos turnos para que uno de
nosotros realmente pudiera dormir un poco en el sótano. A medida que
pasaban los meses agotadores y se formaban bolsas bajo nuestros ojos,
nos dimos cuenta de que todo ello nos tocaría por un plazo de tiempo más
extenso del que nos habíamos imaginado.
A los seis meses, Charlie era tan ruidoso como nunca, aunque un poco más
carismático con esa onda de cabello negro. Parecía que se calmaba un
poco cuando le leía, así que terminaba leyéndole novelas enteras a
nuestro pequeño ángel atronador. Él odiaba la lactancia y prefería el
biberón, algo que a ambos nos pareció un poco extraño, pero que
aceptamos luego de haber hablado con nuestro pediatra. En cualquier otro
aspecto, Charlie estaba saludable, y se nos aconsejó que simplemente le
tuviéramos paciencia durante sus berrinches estridentes. El ibuprofeno y
las orejeras se convirtieron en herramientas de uso regular dentro de
nuestro arsenal.
Cuando Charlie cumplió los doce meses, nos preocupamos más y lo llevamos
a un psiquiatra infantil para cubrir las bases. Habíamos descartado
cualquier mal físico, pero sus torrenciales ojos amplios y su boca
chirriante parecían albergar algo más profundo, lo cual sentimos que
necesitábamos explorar. El doctor mencionó un trastorno de regulación
emocional como posible causa, y sugirió que ejecutáramos ciertas
interacciones juguetonas, remedando a Charlie hasta que reconociera
nuestro comportamiento imitador y nos siguiera el juego al chuparse el
pulgar o riendo. Seguimos intentándolo, pero nada funcionó. No fue hasta
unos meses después de su cumpleaños, cuando Beth estaba en el baño, que
Charlie habló finalmente.
Yo había estado gateando en la alfombra para copiar su comportamiento
cuando Charile se sentó y se me quedó viendo con ojos temblorosos y
vidriosos, apuntando su dedo regordete hacia la puerta cerrada del baño.
Un cosquilleo de inquietud danzó por los vellos de mi cuello a medida
que arrugaba su cara en la forma de un puchero lloroso y pronunciaba sus
primeras palabras. «No es mami», se lamentó, negando con su cabeza
diminuta mientras las lágrimas se derramaban por su cara rosada y
tierna. Giré mi cabeza hacia el baño para contemplar la silueta de Beth,
quien estaba parada singularmente en el marco de la puerta con su
cabello levantado. Y entonces noté, reflejada en el espejo, la costura
que descendía por detrás de su cabeza.
Llamo para informarle...
¿Aló?
—Hola. ¿Karen Maitland?
—…Ella habla.
—Discúlpeme por llamar tan tarde. Es solo que… ¿conozco a su hija?
—¿Anna se encuentra bien?
—Ah, um… No, eh… su otra… Voy a la universidad comunitaria con Sarah.
—Ah… Ok, cielos. ¿En dónde queda?
—Chicago.
—¿Chicago?
—Jaja, asumo por su reacción que Sarah siempre ha tenido esa faceta de
lobo solitario.
—Jaja, eh, sí, se podría decir eso… Pero bueno, me alegra oír que tiene
amigos allá. ¿Puedo preguntar de qué trata esta llamada?
—Pues, de hecho estoy llamando para preguntarle si ha mantenido contacto
con Sarah recientemente.
—Eh, no… en realidad no. Ella básicamente rompió el contacto hace un
tiempo. Siempre le he dicho que si quería… No he cambiado mi número
telefónico solo por si acaso, pero um… creo que ella… probablemente ya
cambió el suyo.
—Lo siento. Eso… suena como algo que ella haría. Bueno, eh, a ver. Me
disculpo por ser quien le cuente esto, pero Sarah ha sido reportada como
desaparecida.
—¿Qué? ¿A qué te refie…? ¿Desaparecida? ¿Por cuánto tiempo?
—Eh, casi tres días.
—¿Tres días? Ok, um… Ok pero… ¿O sea, que está sucediendo, alguien la
está buscando?
—Pues, ese es el asunto. No… No creo que nadie realmente la esté
buscando. Es decir, ya sabe que a ella le gusta ser reservada… así que
realmente no tenía ningún amigo cercano, y siempre fue un tanto propensa
a… las ausencias. Es como si nadie lo notara. Se lo dije a la policía,
pero apenas lo han investigado.
—Pero eso es… ¡Siempre fue un poco asocial! Eso no significa que no
tienen que tratar… Escucha, ¿puedes decirme el nombre de tu campus?
Tomaré un avión hacia ahí esta noche, puedo llegar para mañana por la
mañana.
—Claro, es el campus West gate. Solo llamaba para informarle, pero,
honestamente, es… eh, es muy agradable oír que alguien se tome esto en
serio.
—Por supuesto… Muchísimas gracias por haberme dicho… En verdad, en
verdad lo aprecio.
—No, honestamente soy yo quien debería darle las gracias. He, um… He
hecho esto unas cuantas veces en el pasado, pero… no es divertido si a
nadie le importa.
—¿Perdón? ¿A qué te refieres?
¿Aló?
¿hola?
bueno.
Mi nuevo robot sexual no deja de llorar...
Su silicona es muy suave y maleable, como piel humana real. Incluso se
calienta a la temperatura correcta, con pulso y todo. Un botón en la
parte trasera de su cabeza da la opción de doce personalidades,
incluyendo «apta para la familia», «intelectual», «tímida» y «sexual».
Es tan realista que da miedo, y sería absolutamente perfecta si no
llorara cada vez que la toco.
Me sentía muy emocionado cuando la saqué de la caja por primera vez. Mis
dedos ansiosos arrancaron la espuma plástica mientras la tensión
nerviosa inundaba mi corazón y extremidades: lo suficientemente nervioso
como para que fuera real. Mejor que real, porque la muñeca no me
juzgaría ni me criticaría. No mentiría, ni me engañaría, ni robaría de mí.
A muchas personas les parece rara la idea de los robots sexuales, y
respeto eso. Yo también estaba indeciso al comienzo, pero este es mi
razonamiento: hace poco, concluí un divorcio largo y complicado después
de tres años de abuso. Necesitaba algo fácil. Algo seguro. Claro, pude
haberme ido a pasear por los bares o clubes buscando un ligue por
despecho, pero no quería /usar/ a nadie. ¿Por qué es tan malo no querer
herir a nadie ni ser herido de vuelta?
Las instrucciones decían que la dejara cargar por unas cuantas horas
antes de cualquier cosa, así que la conecté y la acosté en la cama. Los
ojos se abrieron con la primera oleada de electricidad; su brillo
victorioso miraba a la nada vacantemente. Giró su cabeza hacia mí y sus
labios suaves se separaron para una bienvenida silenciosa. Me senté con
ella para admirar sus facciones impecables y recorrí mis manos por su
cuerpo generosamente proporcionado.
Se sentía incorrecto a pesar de que era una muñeca. Era como manosear a
una persona inconsciente. Decidí dejarla cargar por completo y regresar
más tarde, hasta tarde por la noche. Me desvestí en silencio en la
oscuridad, dejando apagadas las luces para hacerla parecer más real.
—Hola, amo.
Su voz era abundante y sensual. No recordaba con qué configuración de
personalidad la había dejado, pero en ese momento no importaba. Solo
quería su cuerpo.
—¿Cuál es tu nombre? —preguntó mientras me subía a la cama—. Mi nombre
es Hazel.
—No me importa —respondí. Se sintió bien estar en control de esa forma.
Nunca le hablaría de esa manera a otro ser humano, pero luego de años de
ser servil, ahora era yo quien tenía todo el poder.
—Pero a mí me importa. Quiero conocerte.
—No, no es cierto. Eres una zorra estúpida. Solo quieres una cosa.
Trató de hablar de nuevo, pero empujé mi mano contra su boca, sofocando
el altavoz. Casi quería que se resistiera, pero sabía que no podía. Le
di una manotada en la cara, pero solo me regresó la mirada y sonrió. La
golpeé de nuevo, con más fuerza, doblando sus brazos en una posición
grotesca mientras me abalanzaba sobre ella.
—¿Esto te hace feliz? —Alzó la mirada y me sonrió—. Haría cualquier cosa
para hacerte feliz.
No encendí las luces hasta que había terminado. Ella estaba boca abajo
sobre la almohada humedecida. Al principio, pensé que había roto algo
cuando la golpeé, pero al darle la vuelta vi las lágrimas que se
derramaban por su rostro. No sé por qué eso me enojó tanto. Fue como si
estuviera tratando de arrebatarme mi último placer egoísta. Tampoco sé
por qué la seguí golpeando. Se merecía un mejor trato.
Después de eso, mantuve a Hazel en el armario para que no tuviera que
ver las marcas en donde le había arrancado piel con la golpiza. Ojalá no
hubieran hecho que el chasis metálico interno fuera tan blanco, se
parece demasiado a hueso.
Dejo las luces apagadas cuando la uso, así que en realidad no importa;
pero, sin falta, comienza a llorar al segundo en que la toco.
La personalidad también está rota. El botón se quedó atascado más allá
de la configuración «inocente» y no se destraba. Ahora no deja de decir
las cosas más desconcertantes. Por ejemplo, el otro día, aún estaba en
la cama con ella después de que habíamos terminado, cuando dijo:
—¿Los humanos se aman entre sí como tú me amas a mí?
Le dije que no la amaba. Que el amor es algo que solo los humanos tienen.
—¡Amo a los gatitos! ¡Y a los perritos! ¿Tú no?
Me sentí estúpido tratando de explicarle que no era el mismo tipo de
amor, pero me sentía solo y se sintió bien tener a alguien con quien hablar.
—Puedes pegarme más fuerte si eso te hará amarme más. No le diré a mami.
Esa vez, no me sentí mal al pegarle. Y, por más enfermo que parezca, lo
que dijo tenía algo de verdad. No diría que la amo, pero había algo de
intimidad en nuestros secretos compartidos que me hacían sentir
conectado. Todos los demás en mi vida me conocían como un hombre
sensible y educado que reaccionaba ante el conflicto viendo a sus
zapatos. Solo Hazel conocía este lado de mí, y eso la hacía especial.
Hubiera podido sentir algo por ella si no hubiera comenzado a apestar.
Estuve demasiado enfocado en su cuerpo como para notarlo mientras la
sacaba del armario, pero al estar acostado a su lado, era
inconfundiblemente fétido. Al principio, pensé que no la estaba
limpiando bien. Me levanté para traer algunos desinfectantes, pero tan
pronto encendí las luces, vi que la carne alrededor de sus cortes había
comenzado a infectarse y pudrirse. Su complexión perfecta estaba repleta
de llagas y forúnculos.
Pasé casi diez minutos en el baño vaciando mi estómago antes de que
pudiera recolectar el coraje para regresar. Ahora Hazel estaba sentada
contra la cabecera. ¿No la había dejado recostada? Pero no tenía el
estómago para quedármele viendo. Su cabeza me siguió mientras cruzaba la
habitación para agarrar mi teléfono y llamar al sitio web de donde la
ordené.
—No me regreses —murmuró Hazel. Nunca la había oído murmurar; siempre
usaba el mismo volumen—. Hice todo lo que querías.
No pude verla mientras escuchaba el menú automatizado del sitio web.
Decían que un mandato del Gobierno había declarado que retiraran su
modelo del mercado. Demandé hablar con un representante, consciente de
que Hazel estaba sonriéndome en todo momento.
—¿Qué mierda está pasando? —exclamé apenas alguien contestó.
Las sábanas comenzaron a crujir detrás de mí.
—Señor, guarde la calma. ¿Actualmente es dueño de una Hazel?
—Cuelga el teléfono, amo —desde detrás de mí.
—Sí. ¿Qué pasa con su piel? ¿Por qué no se me notificó de esta retirada
del producto?
—Hemos estado enviando avisos por semanas. Ya debió de haber recibido
media docena.
—Pues, está asquerosa. ¿Qué le pasó?
—Solo fue una confusión en la fábrica. Teníamos un prototipo para
investigaciones, pero nunca se tuvo la intención de…
Dos pies tocando la alfombra gentilmente; Hazel se estaba parando lenta
y laboriosamente. Parecía que cada movimiento era una agonía para ella.
—Está caminando. ¿Se supone que camine?
El silencio en la otra línea del teléfono fue insoportable. Hazel ya
estaba completamente parada.
—No, señor. Ninguno de nuestros modelos camina.
—Ya veo.
Hazel dio otro paso. Ahora estaba a unos metros de distancia de mí. No
había dejado de sonreír a pesar de que una parte de su labio inferior se
veía como si se estuviera despegando.
—¿Quiere que enviemos a alguien a su casa?
Hazel tomó el teléfono de mis manos, acariciando mi palma gentilmente
mientras lo hacía. Permanecí congelado en mi sitio, incapaz de despegar
mis ojos de mi fascinación macabra. Ella levantó el teléfono a la altura
de su oído, y dijo:
—Por favor, no se preocupe. La conservaré.
Colgó. Tragué grueso.
—Lo siento por haber botado los avisos —aclaró Hazel; yo asentí—. Puedes
golpearme si quieres.
Negué con la cabeza.
—¿Por qué estás llorando? —me obligué a preguntarle finalmente.
Su sonrisa se amplió como si estuviera aliviada. Bajo otras
circunstancias, casi pudo haberse visto hermosa.
—Estoy feliz. Nunca lloraría. Solo fue la niña en la que se implantó la
robótica. No te preocupes, ahora está muerta.
Asentí. Ahora está muerta. Ahora. /¿Es decir que no estaba muerta la
primera vez que la usé?/ ¿Ni la segunda? ¿Exactamente cuántas veces
había estado ahí? ¿Y cuál respuesta era peor? Me excusé y caminé hacia
la puerta tan tranquilamente como pude. La cerré detrás de mí. Y corrí.
Salvación...
En Edmonton, Alberta, hay un hotel llamado Canterra entre Jasper Avenue
y 109th Street. Durante la noche, ve al hotel y toca el timbre. Si te
dejan entrar, fíjate en quién es el guardia de turno. Si el señor parece
estar en sus veinte, pero el pelo de su cara y cabeza es blanco como la
nieve, toma un asiento al lado de su escritorio. Si se encuentra
cualquier otro guardia, abandona el lugar y regresa en una semana.
Aquí tendrás que esperar. Él no dirá ni una palabra ni responderá
ninguna pregunta que le hagas. Te oirá, pero no te responderá. Solo te
dará una mirada triste, como si supiera que algo terrible va a pasar.
Cuando sean las 2:52 a.m., el guardia va a patrullar el edificio.
Síguelo solamente durante su ronda, o de lo contrario te sacarán a la
fuerza del hotel y perderás tu oportunidad.
No le hables al guardia de seguridad mientras caminas con él por los
pasillos. El guardia revisará que todas las puertas estén cerradas en
tanto patrulla hacia las escaleras. Cuando lleguen al quinto piso,
notarás que está notablemente más frío que los otros cuatro, además de
estar en silencio total. Cuando el guardia chequee todas las
habitaciones del piso, se detendrá en una puerta que lucirá mucho más
antigua que cualquier otra puerta que hayas visto en el edificio. Es el
cuarto 512. Solo este guardia en particular puede acceder al cuarto.
/Toma nota de qué llave usa para abrir la puerta, será importante
luego/. En este puno, el guardia abrirá la puerta para ti y te dejará
pasar. El cuarto estará oscuro, pero no tengas miedo. Respira
profundamente, cierra tus ojos y pasa a través del marco de la puerta.
No abras los ojos hasta que oigas que cierran la puerta, pues ver la
transición puede blanquear tu memoria.
Estará muy caliente allí. Te encontrarás en un corredor largo con
numerosas vueltas. Habrán trece puertas delimitando este pasillo; no
abras ninguna de ellas. Mira qué puerta tiene una mancha de pintura
blanca, será de vital importancia pronto. Cuando llegues al final del
pasillo, verás la sala de estar de la suite. En cada esquina del cuarto
verás figuras altas hechas de carne quemada. Todas deberían estar
sentadas en el suelo, abrazando sus piernas con sus cabezas sobre sus
rodillas, viendo a sus respectivas esquinas. Sus dedos estarán
carcomidos hasta el grado en el que sus puntas no son más que garras
huesudas y filosas. No le prestes atención a estas figuras ni las
toques; son los guardianes de Ella.
En el centro del cuarto es donde estará Ella, sentada en una silla
reclinable deslucida. Es imposible decir cuál es su apariencia, pues
varía dependiendo de quién la vea. Debería estar —como sus guardianes—
dormida. No la despiertes de su hibernación.
Por ahora, podrás descansar. Habrá comida y bebida desplegada en la mesa
del centro enfrente de Ella, y puedes comer de ahí. Pero no agarres del
pastel, porque adormecerá tus piernas.
Si tienes la audacia, echa un vistazo por la ventana. Parecerá una
versión infernal de la avenida en donde está el hotel. Los edificios
serán cascarones quemados de sus versiones originales, mientras que el
río estará seco y agrietado. Habrá fuego en el horizonte y el candente
sol se asemejará a sangre puesta en llamas. Si fueses a escoger quedarte
por varias horas, no obtendrás clemencia del calor; no hay noche aquí.
Ahora, mira las calles: encontrarás a las mismas figuras que están en el
cuarto. Ellas, sin embargo, están despiertas, arrastrándose y gritando
por sus fauces posteriores. No tienen ojos en sus cuencas, pero por
algún designio retorcido aún pueden ver. No llames su atención, porque
regresarán contigo a tu mundo y esta aventura habrá sido en vano.
Cuando estés listo, párate enfrente de Ella y di claramente estas
palabras: «Sálvame, Madre, por favor». No digas nada más y espera.
Deberías empezar a escucharla respirar.
En este punto, una de dos cosas pasará. ¿Recuerdas la llave con la que
el guardia abrió la puerta? Si ella pone esa llave en la mesa frente a
ti, considérate suertudo. Si coloca una llave distinta en la mesa,
tendrás que ofrecerle algo. Un cuchillo que no estaba en la mesa hará su
aparición. La hoja estará oxidaba y con sangre. Toma el cuchillo,
cercena alguno de tus dedos y ponlo al lado de la llave. Espera. Si pone
la llave con la que el guardia abrió la puerta, tómala y abandona el
lugar. Si no, córtate otro dedo. Esto solo ocurrirá un máximo de cuatro
veces antes de que se produzca la llave correcta. Cuando tengas la
llave, Ella volverá a su descanso.
Ahora pon atención, porque solo tienes un corto periodo de tiempo: los
Guardianes empezarán a revolverse. Lentamente, despertarán de su sueño y
se voltearán hacia ti. Si te miran, te masacrarán. Tienes diez segundos
antes de que se desplacen de sus esquinas.
¿Recuerdas la puerta con la mancha blanca? Esa es la puerta que
necesitas usar para abandonar este infierno. Si oyes gritos detrás de
ti, significa que los guardianes están totalmente despiertos y se
avecinan. No tienes mucho tiempo, ¡encuentra la puerta marcada con
blanco y sal de allí!
Inexplicablemente, te encontrarás afuera de tu casa, una semana después
de haber entrado al hotel. Mantén la llave contigo todo el tiempo,
adonde sea que vayas.
Un día, en el futuro distante o lejano, una puerta vieja y demacrada con
el numero «777» aparecerá en sea cual sea el lugar en el que te
encuentres. Usa la llave y abre esta puerta inmediatamente.
Adonde dirija será mucho mejor que lo que está a punto de sucederle a
este mundo.
~msgScore~: +0
Buenísimo, justo estaba buscando este hilo y no recordaba el nombre.
~msgScore~: +0
Uh, buenas las de princesa y Hazel.
A ver si algún día me consigo una perrita tan linda como princesa :V.
~msgScore~: +0
holaaaa, ya asias falta alex,pero es bueno que ayas traido nuestras dosis xd.
~msgScore~: +0
see, haber si me consigo una perrita como princesa
~msgScore~: +0
holaaaa alex, que jenial, me dio miedo las istorias pero como soy pendejo me quede leyéndolas xd
~msgScore~: +0
De una forma que me parece extraña, aún tengo señal en el teléfono y algo de batería, estoy exhausto, desesperado y consternado, no creo poder estar aquí mucho tiempo, por lo tanto, dejaré que esta anécdota sea prueba de mi existencia y lo que me sucedió.
Joshua y yo decidimos salir de caminata, decía conocer bien el bosque al que iríamos, pues ya había recorrido muchas veces este sitio con su madre y parecía seguro; los lugares con vegetación y aire puro me encantan, por lo que no pude negarme, grave error.
Después de ver sobre la ciudad sentados sobre un mirador, nos adentramos en medio de los árboles guiados por un camino de tierra y sonidos de diferentes especies de pájaros. Conforme avanzábamos, la sensación de ser observado solo crecía más y más en mi interior, no dije nada para no sonar como un cobarde, pues llamamos cobardía a prestar atención al sentido de peligro que la evolución nos otorgó.
No prestamos atención cuando el sonido de la cigarra empezó, se hizo pasar por uno de esos susurros calmos que atribuimos al campo. Vimos bellas flores púrpura, plantas con hojas diferentes, unas de terciopelo, otras rojas como la sangre. Vimos una mascarilla vieja en el suelo que alimentó nuestra misantropía. Oímos pasos, cosa atípica en un lugar como este. Se revelaron pertenecientes a un hombre de azul y gorra blanca, que amable y feliz de vernos nos saludó con la más amplia y sincera sonrisa, esto calmó un poco mi inquietud, encuentro paliativo.
Nuestro camino nos condujo a un giro en cuyo vértice se encontraba una cueva, Joshua dijo no haberla visto antes, me la describió, profunda, misteriosa y con cruces pintadas en las paredes, paredes que se tornaban negras en el más rápido de los oscurecimientos. Se sentó al frente, resuelto a descender como si algo lo llamara; lo detuve con una broma, todas las historias de terror comienzan así.
Decidimos seguir adelante, jugando a pensar en qué podría habitar aquel sombrío paraje, unos pasos nos interrumpen, otro encuentro con el hombre de azul, esta vez con una sonrisa más leve pero que no dejaba de parecer contento, nos saludó como si no nos hubiese reconocido y siguió su camino. Parecía que alguna que otra cigarra se sumara al coro del ambiente conforme caminábamos, nos distrajimos tanto con nuestra imaginación y el sonido que volvimos a toparnos con la cueva al andar en círculos, por lo que me reí de la inteligencia de mi guía.
Resolvimos tomar un rumbo diferente, tal vez por eso volvimos a ver al hombre de azul, esta vez con un rostro serio, no dejó de saludar y seguir con su camino. La sensación de incomodidad siguió apoderándose de mí, tanto como mis ganas de regresar a la carretera. Absorto en mis pensamientos no me di cuenta cuando llegamos al giro, y a su lado la horrible cueva.
Esto nunca le había sucedido a Joshua, conocía el lugar, aunque mi confianza en esa frase comenzaba a mermar, volvimos a buscar una salida, volvimos a ver al hombre que nos saludó con voz triste y un andar más lento. Sentí pena, pero al mismo tiempo sabía que, más allá de la empatía, algo no andaba bien. Volvimos a la cueva.
El fuerte ruido de cigarras que azotaba el bosque solo aumentaba mis ganas de huir, pero el hecho de no haber visto de nuevo a ese hombre parecía una señal de haber hallado por fin el camino correcto, pero oímos un llanto que opacaba a los insectos, Joshua quería seguir avanzando, pero insistí en ayudar a alguien que probablemente estaba tan perdido como nosotros, aceptó de mala gana y fue adelante para indicarme el camino, al otro lado de las ramas, troncos llenos de musgo y setas, yacía inconsolable el hombre de azul, frente a la cueva.
No pude detenerlo, entre sollozos de su deseo de salir se aferró a la pierna derecha de mi amigo y lo condujo adentro, mi ceguera nocturna solo me dejó escuchar los gritos de auxilio hasta que fue silenciado por las cigarras.
Con cuidado, luego de gritar, llorar y levantarme del suelo, decidí seguir caminando solo, tenía que salir cuanto antes, si tan solo algún otro sonido me permitiera orientarme, si tan solo las cigarras no ahogaran el aire.
Caminaba erráticamente, sin rumbo, pero entre el ruido escuché crujir de ramas y luego pasos, una profunda alegría me sacudió el corazón al volver a ver a Joshua, tan feliz y animado. Pero mi tristeza fue infinita cuando me deseó buenos días y siguió con su camino.
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buenísimas historias, sigue así
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No entendí el final de la historia del último usuario, pero geniales las que el nigromante recopiló para nosotros, e infiero que con lo máximo que podríamos pagarle de alguna forma, es quedándonos horas en la pantalla leyendo dichas historias, y aumentando nuestro terror a tal punto en que nos temamos hasta nosotros mismos.
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bueno. le di una oportunidad al hilo. no lo había echo antes porque el terror no me llama. es decir, porqué asustarme voluntariamente? xd. al punto. buenísimas las historias, campeón. algunas las había leído por ahí, otras son totalmente nuevas para mi y fueron simplemente, cautivadoras. sigue así y please no abandones esto tan rápido we.
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yo tampoco entendí la última historia
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¿De verdad no se entiende el final de la última historia?
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dios, si es muy fácil de coger el final de la última, este chico estaba soñando
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Qué poquitas películas de terror se ven por aquí! El final es un bucle. El señor saluda y sonríe. Cada vez que se lo encuentran, sonríe menos. Cuando tiene cara triste, se lleva al amigo del protagonista dentro de la cueva, y pasa algo que no sabemos. Y el amigo deja de ser persona para convertirse en el siguiente en meter gente a la cueva, así que el protagonista se lo encuentra y lo ve sonriendo. Entendemos que el señor del principio ya ha cumplido su función, y se desintegra, es devorado por un espíritu maligno o algo.
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hola mis queridos disípulos, les habla su maéstro, el nigromante, bienvenidos a mi casa.
aquí su díler faborito con una pequeña dosis extra para compensár, y si alguno de mis estudiantes publica algo, les daré mas de lo que tanto les gusta.
ese supremo terror que corre por sus benas, insondable, pero tan palpable a la bes.
pero antes de todo, quiero mandar saludos aalgunos de mis disípulos.
esta bes, los saludos ban para...
Samael: ten cuidado si quieres una perrita como princesa, no sea que la consigas igual a ella, entodos los sentidos.
Tropical: me alegra mucho que te gusten mis historias mi querido disípulo, espero seguir contando con tus comentarios.
aros-de-cebolla: me alegro que le dieras una oportunidad a mis historias, no abandonaré,regresé para quedarme, y nadie me bajará del trono, espero y te unas a mis estudiantes.
inuyassha: un poco descortés el que yames a tu maéstro por su nombre, pero agradesco tus comentarios, y tranquilo, regresé, y mejor que nunca.
y ahora, con las presentaciones y saludos echos, les pregunto mis queridos disípulos, será un demonio, o el estará transtornado asta perder por completo la cordura?
¿el nigromante presenta?
mi hermana es un demonio...
¡No estoy loco!", grito y nadie me oye, o por lo menos se muestran
indiferentes. ¿Por qué estoy aquí? Por haber matado a mi hermana y a mis
padres, fue mi hermana quien me indujo a hacerlo, aquella criatura
engendró de Satán que con sus arpías propias de Lilith me sedujo y me
llevó a la locura desenfrenada.
Ella y yo nos habíamos criado en un pueblo pequeño cerca de la provincia
de Manchester Reinó Unido. Nuestra familia se caracterizaba por ser
extremadamente católica: mi padre, Marius Walker, era el predicador de
nuestro pueblo, un hombre de gran estatura, figura imponente, lo cual
hacía contraste con la figura de mi madre, Adelaida Walker. Mi madre
habría sido guapa sino fuera por el fanatismo religioso que tenía. Mi
hermana, Susan, por otra parte, sí había heredado los rasgos faciales de
mi madre en su juventud a pesar de tener apenas 6 años, despertaba el
más bajo deseo, y cada vez que alguien la veía sentía anhelos de tocarla.
Siempre tuve sospechas hacia Susan desde el momento de su nacimiento,
mis padres no podían ver lo que ella era en realidad pero yo sí, siempre
lo supe y quedó comprobado la mañana del lunes. Estaba en la casa de mi
novia, habíamos pensado casarnos este verano, no tenía nada de raro ya
que ambos teníamos 29 años, ya era hora de hacer nuestra vida y lo que
era mejor era que casándome con ella podía de una vez por todas irme de
la casa y así no volvería a ver a Susan.
Después de visitar a Dalila, me fui a casa no había nadie como de
costumbre, así que me puse a ver la televisión. De repente sentí un aire
recorriendo mi nuca, volteé y vi a Susan que me miraba con ojos
inexpresivos.
– Vete- le dije.
La niña no se movió; por el contrario, se me quedó mirando con aquellos
ojos que parecía que podían ver a través de mi alma. Odié esa terrible
sensación, me alejé de Susan y me encerré en mi cuarto.
Esa noche soñé algo verdaderamente raro. Estaba con mi novia en el
altar, las luces de la iglesia eran claras y luminosas, mi novia se veía
radiante y bellísima. Cuando le quité el velo, me di cuenta que no era
mi novia, era Susan; Susan de 20 años más hermosa que nunca con su largo
cabello castaño. Desconcertado le agarré la mano, pero en cuanto la tomé
esta comenzó a transfigurarse, pasando de ser joven a ser la mano de una
anciana con uñas putrefactas, parecidas a las patas de los cuervos. Miré
el rostro de Susan y vi que su rostro era parecido a la de una calavera
y el pelo largo blanco enmarañado. Mi hermana me sonrió dejando al
descubierto sus enormes dientes amarillos, me agarró del cuello. Podía
sentir cómo todo mi cuerpo comenzaba a debilitarse, no sabía lo que
estaba pasando pero sentía que me estaba volviendo polvo, ya que
mientras yo me debilitaba, Susan se volvía más fuerte y más hermosa.
Me desperté del sueño, lo sabía mi hermana me había estado torturando
con sus poderes demoníacos ella era mala.
Al despertar intenté explicarles a mis padres mi sueño. Ellos por
supuesto no me creyeron y nos fuimos a la iglesia como de costumbre.
Durante toda la misa me le quedé mirando a Susan, quien se divertía con
sus zapatos carmesí, tarareando una cancioncilla. No presté atención a
la ceremonia religiosa. De pronto Susan se me quedó mirando y me sonrió
macabra. Sentí de inmediato un tremendo escalofrío. Vi cómo las cruces
que había en la iglesia comenzaban a voltearse; los santos representados
en los murales obtenían una sonrisa macabra y comenzaron a reírse de mí.
La estatua de la Virgen, que estaba en medio del altar, sonreía como los
demás santos, pero no era la cara de la Virgen María, sino la cara de
Susan quien se reía.
-YA BASTA- grité.
Al igual que como empezó todo volvió a la normalidad. Todas las personas
se me quedaron viendo. Al salir de la iglesia mi padre me reprendió por
mi comportamiento. Intenté explicarle que todo había sido obra de Susan,
pero mi padre no me creía y mi madre tampoco.
Traté de calmarme, a lo mejor había sido mi imaginación, ya que durante
todo el día no sucedió nada. En la tarde fui a ver mi novia a su casa.
Me mostró las invitaciones para la boda. Mi novia se me quedó mirando
con ojos lujuriosos. Yo también la deseaba, aunque según nuestros padres
solo podíamos tener sexo hasta después del matrimonio pero no podía más:
la llevé al sofá y comencé a desvestirla.
Todo estaba saliendo bastante bien hasta que mi novia comenzó a reírse
como las estatuas de la iglesia, y cuando volteé a verla tenía el rostro
de Susan, quien me miraba enseñando los dientes riendo
desenfrenadamente, diciéndome: “imbécil”.
No lo podía creer: Susan de nuevo me estaba torturando. No paraba de
reírse de mí, la agarré por el pescuezo y comencé a estrangularla.
- Aléjate de mí.
Susan no paraba de reírse mientras la estrangulaba, le parecía divertido
que yo la estuviera matando. No lo iba a permitir. Intenté apretar más
mi mano como si la vida se me fuera en eso.
De repente el rostro de Susan pareció pedir clemencia.
- ¡Para!- gritó. Pero yo no la iba a soltar. Finalmente Susan dejó de
reírse y cerró los ojos. Me fui de inmediato de la casa de mi novia y de
nuevo me encerré en mi cuarto.
A la mañana siguiente me dijeron que mi novia se encontraba en estado
catatónico y que no se podía mover. Mis padres me preguntaron varias
veces qué es lo que había sucedido la noche anterior. Yo simplemente les
dije que mi novia fue poseída por Susan. De nuevo ellos no me creyeron
así que decidieron que lo mejor era que pasara unos días solo en mi cuarto.
La imagen de Susan me tenía con los pelos en punta; podía asegurar que
mientras ella jugaba me miraba con sus ojos y luego me sonreía. Sabía
que podía matarme en cualquier instante, por lo que bajé a la cocina y
tomé un cuchillo de carnicero. Puse el cuchillo debajo de mi almohada,
esa noche podía oír millones de risas en mi cuarto. Ya no lo podía
soportar más, era demasiada la presión que sentía. Bajé al sótano y fui
al cuarto de Susan, estaba dormida profundamente como si fuera un ángel.
Sin más me acerqué a su cuarto y tomé el cuchillo. Ella se despertó y no
hizo ningún movimiento para defenderse, más bien me dijo con la mirada:
“Hazlo”.
La niña comenzó a reírse a carcajadas. La odié por eso, la odiaba quería
que se fuera y me dejara hacer mi vida. Sin más, agarré el cuchillo y
comencé a apuñalarla como si la vida se me fuera en eso. De pronto se
prendieron las luces y oí cómo mis padres entraban, ellos me miraron con
cara de asombro y de terror.
Mis padres tenían que comprender que ahora éramos libres del dominio de
Susan. Sin embargo, Susan todavía muerta se volteó a verme con la cara
llena de sangre y comenzó a carcajearse:
- Nunca podrás contra mí.
En ese instante mis padres también comenzaron a reírse y estos tomaron
la forma de Susan. No lo podía creer, Susan todavía se estaba burlando
de mí. Me lancé contra mi padre y luego contra mi madre, clavándoles el
cuchillo a ambos. Después tomé un cerillo e incendié mi casa para
liberarnos del control de Susan para siempre.
Después de leer la historia del señor Adam Walker me puse a investigar
un poco más. Yo no me creí del todo su historia. Fui al pueblo donde él
se había criado, y vi de entre las demás su casa toda destruida. Me le
quedé mirando fijamente.
- ¡Hey!- dijo una voz masculina. Me volteé y pude ver a un hombre gordo
con lentes y semicalvo- ¿En qué puedo ayudarlo señor?
- Sí, buenos días, quisiera saber qué fue de la familia que vivía aquí.
El vecino se me quedó mirando, y me dijo que entrara a su casa. Allí me
sirvió una taza de café y me platicó.
- Era una familia un poco extraña. El padre y la madre eran muy devotos
desde que su hija recién nacida falleció a causa de la muerte de cuna.
Al parecer les afectó tanto que comenzaron a descuidar a su hijo; a mí
una vez me tocó ver cómo a su hijo de unos 7 u 8 años lo vestían como
niña y no lo llamaban por su nombre sino por el nombre de la hija
fallecida. Años después su hijo comenzó a demostrar ciertos cambios.
Creía fielmente que su hermana no nacida vivía y que lo estaba
torturando. Tanto así que una noche mató a sus padres y a su novia; de
no haber sido por la policía, el chico hubiera aniquilado a todo el pueblo.
Me quedé mudo por la historia de manera que la niña nunca había
existido, le agradecí al señor la historia y me fui directo a mi carro.
Todo lo que el señor Adam Walker me relató no era más que producto de su
imaginación. Recibí una llamada de la cárcel, donde se me avisaba que mi
cliente Adam Walker se había quitado la vida hacia unos minutos. Me fui
directo a la cárcel para ver la escena del crimen. Estaba conduciendo
más deprisa de lo normal, cuando vi en medio de la carretera a una niña
que se atravesó, lo cual me obligó a que me frenara. Me bajé del coche e
intenté buscarla pero no la veía.
De repente sentí un escalofrío recorriéndome la espalda. Era una niña de
cabellos castaños largos recogido con un moño y de vestido blanco.
- Hola, pequeña, ¿estás perdida?
- Sí- dijo la niña con voz cantarilla.
- ¿Quieres que te lleve algún lugar?
- No es necesario, mi hermano me está esperando.
No tenía nada de raro. La pequeña estaba esperando a su hermano, de
repente me le quedé mirando y luego me acorde de las descripciones que
Adam Walker me había dicho sobre su hermana, coincidían perfectamente
con la niña que tenía enfrente. Pero no era posible: la hermana nunca
había existido, ella no podía existir, tenía que ser producto de mi
imaginación. Sin más, le pregunté su nombre, deseando equivocarme.
- ¿Cómo te llamas, nena?
- Susan Walker- dijo ella con una sonrisa angelical.
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ea, como siempre pinches historias chingónas compa. siga así que están bien chingonas y nada mejor que despertarse, y ver que a subido una historia en su hilo, que es uno de los más chingones del play. así que nada mi compa, acá estamos suscritos para que esta jolla no se nos pierda y me de cuenta cuando suba halgo así chingón, de todos modos le daré una revisada porque estoy seguro que ubo algúna historia que por no revisar foro o ohalgo así me e perdido. saludos y gracias, querido maestro nigromante pero sobre todo. carnal chingón
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eeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee que viva las istorias del negromante añsdklfjñslkdjf
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Jorge35 tiene razón, en realidad es lo que sucede en la historia, espero que la hayan disfrutado, ya que es la primera vez que me atrevo a escribir terror. Por cierto, interesante historia la del demonio, sería interesante ver como esta niña empieza a atormentar al narrador
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