La suegra con ganas de buscarle bronca a la nuera le pregunta: ¿Por qué mi nieto no se parece a mi hijo? La nuera le responde: ¡No lo sé! Yo tengo una popola, no una fotocopiadora.
Pepito se le acerca a su madre y le dice: ¡Mamá, hoy quiero comer madera! Pero hijo, la madera no se come. Ah, ¿no? Entonces, ¿por qué anoche le decías a papá, ¡Uy, qué rico palo!
Llega Pepito y le dice a su papá: Oye papá, ¿me vas a llevar a cortar el pelo? No, Pepito, todavía no te toca corte de pelo. ¿Por qué preguntas eso? Es que ayer escuché al vecino que le decía a mamá: ¡Tienes bien peludo el chiquillo!
En clase pregunta el profesor: A ver Pepito, ¿Cómo te imaginas a la escuela ideal? ¡Cerrada, profesor!
Llega el papá al cuarto de la hermana de Pepito. Papi, ¿Sabías qué? Salí con mi novio y me dijo algo que no entiendo. Dijo que tengo un lindo chasis, Dos bellos amortiguadores, Aparte de dos fabulosas defensas. Dile a tu novio que si abre el cofre y mide el aceite del motor, Le rompo el tubo de escape.
Una señora quería comprar un loro, Va a la tienda de mascotas y el joven que la atiende le comenta: Solo tengo un loro, Pero este había pertenecido a una señora que tenía un burdel, Por lo cual su vocabulario no es el mejor, Sino lo contrario, Es altamente insolente. A la señora no le importó y dijo que lo educaría nuevamente. Llega a su casa, destapa la jaula y el loro comienza, Nueva casa, nueva dueña. La señora suelta una carcajada y espera ansiosa a que sus hijas lleguen del trabajo. Llegan las chicas y el loro al verlas dice: Nueva casa, nueva dueña, nuevas prostitutas. Las hijas no pueden contener la risa y esperan a que su padre llegue para que vea al loro. Llega el papá a la hora de la comida y el loro dice: Nueva casa, nueva dueña, nuevas prostitutas, ¿Pero los mismos clientes? ¡Hola Evaristo!
Un hombre llega al cielo y San Pedro le pregunta: ¿Nombre y apellido? Manolo Gutiérrez. Vaya por Dios no me aparece en pantalla. Pero y eso, si yo he sido muy bueno. Pues no sé, va a tener usted que pasar por el infierno. Pero no puede ser si yo... Nada, nada, ya le digo que su nombre no aparece en la pantalla. Y por favor no nos interrumpa que tenemos mucho trabajo. Llega al infierno: ¿Nombre y apellido? Manolo Gutiérrez. ¡Umm! No aparece en pantalla, va a tener usted que pasar por el purgatorio. ¡Pero oiga! ¿Qué dice? ¡Sí, sí! Y además no me entretenga, ¿No ve que estoy ocupado? Llega al purgatorio: ¿Nombre y apellido? Manolo Gutiérrez. no, no aparece en pantalla, tiene usted que reencarnarse. ¡Oiga! Pero... ¡Ni pero ni nada! ¡A reencarnarse ya mismo! De repente Manolo aparece en una granja convertido en gallina entre otras dos gallinas. ¿Ustedes también son reencarnación? ¡Sí! ¿Y aquí qué hay que hacer? ¡Pues poner huevos! Y eso, si no te pasan a la sala de despiece, ¿Y cómo ponen huevos? Yo no he puesto huevos en mi vida, Pues apretando, ¿Apretando? ¡Sí, sí, sí! ¡Aprieta! MMMMmmmmmm... ¡Manolo, Manolo! ¡Despierta, que te estás cagando!
¡Mamá! ¿Te puedo hacer una pregunta? Sí, dime hijo. ¿De dónde salió la raza humana? Pues de Adán y Eva, hijo. ¿De dónde más? Pero mi papá dice que salimos de la evolución de los monos. Una cosa es la familia de tu papá, y otra cosa es mi familia.
Van el presidente y el vicepresidente en un avión recorriendo el país, cuando de repente el vicepresidente le dice al presidente: me gustaría tirar 100 dólares para hacer feliz a alguna persona. ¡Qué buena idea! Yo tiraría 200 dólares para hacer feliz a dos personas. En ese momento el piloto de la avioneta se da vuelta y les dice: ¿por qué mejor no se tiran ustedes dos y así hacen feliz al país completo?
Iba un hombre caminando por la selva, cuando de pronto lo rodea un grupo de salvajes caníbales y se veía que no tenían muy buenas intenciones. ¡Oh Dios! ¡Ya estoy muerto! En eso el cielo se abre, aparece un rayo de luz y se escucha una voz profunda que le dice: ¡No, todavía no! Lo que debes hacer es quitarle la lanza al jefe caníbal y clavársela a su hijo en el corazón. Entonces el hombre pelea con el jefe, le quita su lanza y se la clava en el pecho al pequeño que estaba junto a él. Ante el asombro de todos los caníbales, el hombre mira al cielo otra vez y vuelve a escuchar la voz: ¡Ahora sí! ¡Ahora sí que estás muerto!
Una señora va a la iglesia a confesarse y aprovecha de hablar con el cura y le dice: ¡Padre, tengo dos loritas que lo único que dicen es, somos de la vida alegre y queremos gozar! Me da vergüenza cuando va visita a mi casa y las loras lo único que dicen son esas palabrotas. El padre le dice: ¡No se preocupe, tráigame a las dos loras, que yo tengo dos loritos los cuales están muy bien educados. Rezan y leen la Biblia, lo más probable es que los loros les enseñen cosas buenas. La señora le dice: ¡Muy buena idea! Al otro día llega la señora con las loritas y el cura le dice: ¡Démelas! Las metió en la jaula con los loros que estaban rezando y las loras diciendo: ¡Somos de la vida alegre y queremos gozar! En eso se levanta uno de los loros y le dice al hermano: ¡Ya deja esa Biblia! ¡Que nuestros rezos dieron resultados!
El cura le pregunta a Pepito: Pepito, ¿Tú sabes cómo mató David a Goliat? ¡Sí señor, con una moto! ¿Con una moto? ¡No Pepito, fue con una Honda! ¡Ah, es que no me acordaba la marca de la moto!
Compañero militante, si tuvieras dos casas, ¿donarías una a la revolución? ¡Sí! Responde el compañero militante. Y si tuvieras dos autos de lujo, ¿donarías uno a la revolución? ¡Sí! Nuevamente responde el militante. Y si tuvieras un millón en tu cuenta bancaria, ¿donarías la mitad para la revolución? ¡Lógicamente lo donaría! Respondió el orgulloso compañero. Y si tuvieras dos gallinas, ¿donarías una para la revolución? ¡No! Respondió el compañero. Pero, por qué donarías un apartamento si tuvieras dos, Un auto de lujo si tuvieras dos, Y medio millón si tuvieras un millón en tu cuenta, ¿pero no donarías una gallina si tuvieras dos? ¡Porque las gallinas sí las tengo!
El padre de Pepito le pregunta al llegar de la escuela: Pepito, ¿cómo te salieron los exámenes de hoy? Pues no lo sé, papi. Pero los profesores son muy religiosos. ¿Religiosos? ¿Y eso? Pues es que mientras leían mi examen, no paraban de decir, ¡Ay, señor! ¡Ave María Purísima! ¡La Virgen Santa!