8701. Efrain,
muy bien chile, muy bien Colombia. Argentina es obvio, y vamos nicaragua, danos en nuestro horgullo
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muy bien chile, muy bien Colombia. Argentina es obvio, y vamos nicaragua, danos en nuestro horgullo
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y bueno la prensa mexicana menospreciando a Bolivia. de por si la selección de Bolivia es malarda y es la selección más humilde de Conmebol, pero es mucho mejor que martinica, Guadalupe, granada, islas san cristobal, etc etc etc. y mexico festeja como habrían ganado todo el mundial cuando se enfrenta a ellos
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es sancristoval y nieves? no islas san cristoval, ubícate paps.
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pero si bolivia jugó contra argelia jaja
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claro pero para el 31 de mayo tienen programado un amistoso y de eso ya están hablando ajsjs. bueno realmente no me importa pero literal, solo quería resaltar eso
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che, mechico no tenía un amistoso con las juveniles de arg¿?
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por ahora me trago mis palabras, perú le gana bien a nicaragua
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YO sigo por acá con la serie.
Anatomía de un Negreirato: Capítulo 4
Escrito por: Rafael Gómez de Parada - 15 marzo, 2024
Ángel María Villar
Como en los días anteriores, el alguacil gigantón al que todos llamaban Bull acalló el bullicio de los periodistas y curiosos:
—¡En pie! Preside la sesión el honorable juez Aguilar.
El público congregado tomó asiento y guardó silencio mientras el juez revisaba los papeles que tenía sobre la mesa. Tras unos breves segundos, levantó la cabeza, divisó a Joan Laporta frente a él, junto al abogado de la defensa, y no pudo disimular una mueca de fastidio.
—Acérquense las partes, por favor.
Tanto el fiscal Jaime Estuardo como el señor Scotto, abogado de la defensa, se acercaron a la mesa del juez, pero este último no pudo evitar que Joan Laporta lo acompañara.
—He dicho las partes, retírese usted, por favor —dijo Aguilar señalando a Laporta con el mentón.
El abogado defensor le conminó a que hiciera caso a “su señoría, por favor, Jan”. Laporta, poco habituado en su vida a que le negaran algo, se resistió y fue el propio Scotto quien tuvo que sujetarle los brazos para que cesara el recital de aspavientos. Finalmente, y a regañadientes, el presidente del Barça volvió a su asiento cagándose en algo que no reproduciremos aquí, no por pudor, sino porque no sabríamos decir si lo pronunció en catalán, en español o en la lengua de los orcos.
—Miren, señores —dijo el juez en voz baja—, y se lo digo sobre todo a usted —señaló a Scotto—, las dos sesiones anteriores han sido muy incómodas para mí, en especial por ese señor de ahí, que no deja de ser un acusado. Ya sé que es abogado y que dice que el Barça tiene derecho a personarse como perjudicado, como solicitó por medio de una instancia repleta de ridiculeces, pero lo cierto es que contamina, altera el buen desarrollo de las vistas, por lo que le pido que lo convenza para que se siente en el banquillo de los acusados y deje que la sesión se desarrolle sin interrupciones.
—Veré qué puedo hacer —murmuró Scotto, el cual, en el fondo, estaba convencido de que era lo mejor también para sí mismo, para evitar presiones y condicionamientos.
—Se lo agradezco —respondió cortésmente Estuardo.
Llevó unos cinco minutos convencer a Laporta de que debía ir al banquillo de los acusados, “¡es un ultraje!”, “¡esto es una petición de Florentino, que controla la Justicia, como todo el mundo sabe!”, “que no, que no me muevo”, mas, tras el apercibimiento por parte del juez de que añadiría a sus posibles penas una condena por desacato, optó por levantarse con gran estruendo y cambiar de sitio, “pero porque yo quiero, ¡no porque sus jefes lo hayan pactado en el palco del Bernabéu!”.
El siguiente problema fue encontrarle acomodo, porque los dos sitios libres en el banco de acusados estaban junto a Sandro Rosell. Ambos se miraron con un asco indisimulado y negando con la cabeza, como si en ese momento un tacto rectal les hiciera más ilusión que estar hombro con hombro. La solución la encontró Javier Enríquez, quien propuso a Rosell que se cambiaran de sitio, de modo que el “co-co” (conductor y coach) pudiera separar a los dos viejos rivales. El otro asiento libre era el de Enríquez Negreira, cuya consabida incontinencia urinaria hacía que se presentara siempre a la sesión unos minutos más tarde.
Negreira apareció en la sala mientras se producían todos estos movimientos de banquillo dignos de los mejores tiempos de George Karl. El exvice del CTA esperó a que se reubicaran todos en el banquillo y mientras tanto se acomodó la camisa por dentro de los pantalones con poca elegancia, de hecho, metió medio antebrazo en su entrepierna. Una vez terminó, se olió la palma de la mano, hizo una mueca de desagrado y finalmente tomó asiento apoyándose con esa misma mano sobre el hombro y la chepa de su hijo. “Gracias, Javi”, dijo mientras se la secaba.
—La defensa llama a declarar a Ángel María Villar —pronunció Scotto una vez que los acusados lograron acomodo.
Se abrieron las puertas y entró un Villar algo avejentado para los que hacía tiempo que no lo veían. Estaba visiblemente delgado, con los mofletes algo flácidos y quedaba poco de aquella mata de pelos ensortijados que lucía como futbolista o en sus primeros años como presidente de la Federación Española de Fútbol.
Ángel María Villar
—Gracias por su asistencia, señor Villar —comenzó Scotto—. Durante las sesiones previas, hemos tenido la ocasión de escuchar al actual vicepresidente de los árbitros, el señor Medina Cantalejo, y a su sucesor en la presidencia, don Luis Rubiales, sobre las funciones, prácticamente nulas e inexistentes, del señor Enríquez Negreira, aquí presente —lo señaló con el brazo extendido—. La acusación ha montado una película que me atrevería a catalogar de terror sobre la labor del exvicepresidente de los árbitros, una mano oculta para nombrar árbitros o bajarlos de categoría. Usted, que fue presidente de la Federación durante los años investigados por la supuesta trama, ¿qué puede decirnos al respecto?
—Mire, señor Scotto, todo esto ha hecho mucho daño a la imagen del “fúrbo” y nos duele profundamente a los que hemos dedicado toda nuestra vida a ello. Enríquez Negreira no tenía el poder que se le quiere atribuir, no designaba árbitros, era solo uno de los ocho responsables del Comité de Árbitros que tenía competencias sobre ascensos y descensos. Tampoco proponía a los árbitros a la FIFA para internacionales porque de eso me encargaba yo directamente. Yo no creo que Negreira fuese un corrupto porque, además, no se ha demostrado.
—Así lo cree la defensa, señor Villar. Entonces, en su opinión, o, mejor dicho, pues no le pido su opinión, sino su conocimiento de treinta años al frente de la Federación Española de Fútbol, ¿el arbitraje español está bajo sospecha, o cree que debe estarlo durante ese período de tiempo?
—¡En absoluto! Como le decía, esto hace mucho daño al “fúrgol” español, a los propios “clús”, además, en un estamento como es el arbitraje, que es el estamento netamente federativo, con gente muy preparada y donde creo sinceramente que no hay un corrupto, con un nivel extraordinario, gente disciplinada… Le confieso mi tristeza, sobre todo por Victoriano Sánchez Arminio, que ha sido el mejor presidente de la historia del CTA, un hombre querido por los suyos, una autoridad que mejoró el arbitraje español.
—Con todo lo que nos ha dicho, ¿qué explicación tienen los pagos que realizaba el Fútbol Club Barcelona al señor Negreira?
—No tengo ni idea, sería una frivolidad opinar, pero sí le digo que, si lo hubiéramos sabido Victoriano o yo, no dura ni un minuto en el comité. ¡Ni un minuto! —respondió con vehemencia—. ¿Pero cómo iba a saberlo? ¿Le pongo un detective? Yo creo que el pago de un “clú de frúmbol” no es correcto, pero lo tendrá que decidir un juez, y eso no significa que el pago influya en el árbitro, porque estos son independientes donde deben serlo, en el césped, porque son grandes profesionales.
—Nos ha quedado clarísimo, señor Villar, muchas gracias por sus contundentes explicaciones —afirmó Scotto—. No haré más preguntas, señoría.
La abogada Luisa Ramírez se dio cuenta de un hecho que, a buen seguro, había pasado desapercibido para la mayoría de los asistentes. Durante las declaraciones de los días previos, Negreira se había mostrado algo despistado, incluso ido. Por momentos dormitaba en su asiento y parecía estar allí de cuerpo presente, pero ausente, como si la cosa no fuera con él. Sin embargo, durante la declaración de Ángel Villar, estuvo pendiente de cada una de sus palabras, miraba fijamente al antiguo jefe de su jefe con una sonrisa siniestra, incluso se le intuía un cierto brillo en la mirada. Finalizada la declaración, Negreira agachó levemente la cabeza hacia el hombro izquierdo y volvió a perder la vista en objetos ajenos a los interrogatorios, como la pata de una silla o el cuaderno de notas de algún periodista.
El fiscal se puso en pie y se acercó al asiento de los testigos:
—Con la venia, señoría —se acercó mucho al vasco, hasta casi tocar el micrófono—. Su honestidad nos maravilla, señor Villar.
—Gracias —respondió el expresidente federativo con cierta desconfianza.
—Así que, a usted, Negreira no le habría durado ni un minuto, lo cual le honra. Perdón, perdón, perdón (pronunció con aire teatral), le honraría si fuera cierto, ¡porque le duró veinticinco años! ¡Veinticinco años bajo su dependencia! ¡Y todo ello mientras cobraba de un club de fútbol la mayor parte del tiempo! ¡Y usted no movió un solo dedo para atajarlo!
—¡Protesto! —exclamó Scotto—. ¡Está acusando de complicidad a mi testigo!
—No acuso de nada, señoría, simplemente le manifiesto mi incredulidad y si me deja desarrollar mi argumentación, entenderá por qué.
—No se admite la protesta, prosiga —concluyó el juez Aguilar.
—Gracias. Señor Villar, ¿usted sabe qué sueldo cobraba el señor Enríquez Negreira del Comité Técnico de Árbitros? Puesto que era un puesto bajo su competencia, debería saberlo, ¿no?
—Hasta donde yo sé, el señor Enríquez Negreira cobraba solo las dietas por su asistencia a las reuniones del comité, y aparte, los gastos de desplazamiento.
—¿Me está diciendo que no tenía ningún sueldo?
—Así es —respondió Villar.
—¿Y no se preguntó en todo este tiempo de qué manera percibía sus emolumentos el señor Negreira? Usted sabía el nivel de vida que llevaba, el negocio que regentaba con su pareja… ¿pensó que todo eso se pagaba con unas dietas unos pocos días al año?
Villar balbuceó algo parecido a un “no sé, no lo pensé”. El fiscal se puso muy cerca de Villar, de tal modo que limitaba su campo de visión. Villar se echó a su derecha varias veces tratando de ver las indicaciones que le daba el abogado defensor, pero Estuardo se dio cuenta y se movió para tapar la visión directa del testigo. Villar se inclinó, Estuardo lo imitó… Hubo un momento en que ambos estaban más inclinados que Michael Jackson y sus bailarines durante el Smooth criminal.
—¡Protesto, señoría, está intimidando al testigo de la defensa! —Scotto trató de socorrerlo con una tímida queja.
—Señoría, estoy evitando que la defensa pase algún tipo de consigna al testigo.
—No se admite, prosiga.
Del banquillo de los acusados se escuchó un nuevo “¡intolerapla!”.
—Voy a tratar de ayudarle, señor Villar —prosiguió Estuardo—. Año 2006, 113.159 euros. Año 2007, 197.648 euros. Año 2008, 201.515 euros. Año 2009, aquí hay que reconocer que el señor Laporta estaba satisfecho con el servicio y lo subió a 364.954 euros. Me voy más adelante, otro presidente también muy satisfecho, el señor Rosell, tanto que en 2011 le pagó 777.607 euros. 2016, el señor Bartomeu: ¡891.150 euros! Está todo en el informe de la Agencia Tributaria. Son años enteros, entiendo que a usted no le duraría ni un minuto, pero lo cierto es que fueron años y años enteros.
Pagos FC Barcelona a Negreira
—Todo eso no demuestra nada —replicó Villar—, no hay ninguna prueba de que se compraran árbitros.
—Es evidente, señor Villar. Si un árbitro cobra más de doscientos mil euros anuales, es imposible que Negreira pudiera comprar árbitros a base de repartir los doscientos, trescientos mil euros anuales que le pagaba el Fútbol Club Barcelona. Ni siquiera en los años que cobró más de seiscientos mil euros lo veo viable, porque no se compraron árbitros, se trataba de comprar el sistema. Con estos pagos, el Barcelona trataba de controlar al responsable de que los árbitros permanecieran en Primera o bajaran a Segunda, al lugarteniente de Sánchez Arminio, el brazo derecho que puntuaba a los árbitros y los llamaba durante la temporada para decirles en qué posición se encontraban.
—Insisto, no podrá demostrar que se compraron árbitros —rebatió Villar—, y Enríquez Negreira no tenía ese poder.
—¡Pero es que eso da lo mismo, señor Villar! El mero hecho del pago con ánimo de influir en la competición ya es constitutivo de delito, da igual si se consumó o no. Durante los registros en la sede de la Federación Española de Fútbol han aparecido actas firmadas por el señor Enríquez Negreira (Estuardo mostró aparatosamente a toda la audiencia uno de estos documentos) en las que se fijaban los criterios de puntuación de los árbitros de Primera, Segunda y Segunda B, es decir, los parámetros bajo los cuales se decidiría la continuidad de estos en la élite o su descenso, y con ello, la pérdida de más de la mitad de sus retribuciones.
Acta Junta Directiva CTA 2010-2011
—Pero eso no demuestra nada, el acta lo firmaban otros responsables del Comité de Árbitros y, además, eso no quiere decir que José María fuera el que luego puntuaba a los colegiados, o el que realizaba sus valoraciones.
—¿Podría indicarnos, si es tan amable, quién era Raúl Massó y qué funciones desempeñaba?
—Creo que fue el secretario general del Comité Técnico de “álbitros” con Sánchez Arminio.
—Así es —respondió Estuardo—. En su declaración a la Guardia Civil, Raúl Massó aseguró que el señor Enríquez Negreira revisaba los informes arbitrales y que, cuando había discrepancias sobre las puntuaciones otorgadas a los árbitros, llamaba a los informadores del Comité para, llamémoslo de una manera suave, coordinar las calificaciones otorgadas. ¡El dedo corrector! También afirmó en sede judicial que el señor Enríquez Negreira llamaba a los árbitros para indicarles su puesto en la clasificación de la temporada, y que al final de la misma, siguiendo instrucciones de Victoriano Sánchez Arminio, comunicaba directamente los ascensos y descensos. Señor Villar, Enríquez Negreira no pintaba nada, pero intervenía en la designación de los árbitros que intervenían en los partidos de Primera División, en la revisión de las actas arbitrales, en la puntuación de los árbitros y en su adscripción a unas y otras categorías (incluyendo la internacional), de forma que las decisiones del órgano en el que estaba integrado tenían repercusiones económicas y deportivas relevantes para los mismos, ¡era un servicio integral de control del arbitraje!
—No estoy de acuerdo. Y no estoy de acuerdo, además, con que cuestione la figura de quien, como ya le he dicho, ha sido el mejor presidente de los árbitros que ha habido nunca en este país. Alguien que, además, no se encuentra entre nosotros por desgracia. Descansa en paz, Victoriano.
Miró de manera metafórica al cielo, pero se encontró con el mismo lamparón de orines y cagarrutas de paloma que Medina Cantalejo en su declaración.
—Victoriano Sánchez Arminio, ese insigne prohombre cántabro —prosiguió Estuardo con sarcasmo—. El hombre que tenía bajo su mano a todo el arbitraje, el mismo que, junto al señor Negreira, premiaba a los que se equivocaban sistemáticamente a favor del Fútbol Club Barcelona y castigaba a los que en algún momento erraron y beneficiaron al Real Madrid. Señor Villar, puesto que usted dio nombre a una palabra, ¿sabe en qué consistía el llamado “Villarato”?
—Eso fue un invento de un periodista madrileño, Alfredo Relaño. Madrileño y muy madridista. Ya hablé alguna vez con él y le dije que estaba siendo injusto conmigo.
—Ya. Muy “injusto” todo. A partir de 2004, cuando usted renueva su cargo en unas elecciones en las que el apoyo del Fútbol Club Barcelona fue fundamental para que su rival quedara sin opciones, el llamado saldo arbitral se dispara en favor de este mismo club.
—Pero eso no tiene relación alguna con Negreira, puesto que los pagos venían de antes.
—Le agradezco que reconozca que los pagos pudieron influir, señor Villar, quizás en su intento de exculparse está reconociendo que hubo un delito y de más larga duración. El apoyo del Fútbol Club Barcelona fue premiado por usted con una vicepresidencia en la Federación para don Joan Gaspart, alias “perjudicaré deportivamente al Real Madrid hasta que me muera”. Y volvió a premiarlo al llevarlo con usted a la UEFA al puesto de, ni más ni menos, ¡responsable del Comité de Competición de los campeonatos europeos como la Champions!
—¡Protesto! —interrumpió Scotto, quien quiso cortar el ritmo del interrogatorio porque veía que su testigo, que nunca fue el mejor orador del mundo, estaba cerca de cagarla.
—¿Con qué motivo? —inquirió el juez.
—Eeeh… sus acusaciones no tienen nada que ver con el asunto juzgado en esta sala.
—Señoría, si se me permite —respondió Estuardo—, trato de demostrar los reiterados intentos de control del arbitraje y las instituciones federativas por parte del Fútbol Club Barcelona.
El juez Aguilar permaneció callado unos instantes, como si analizara lo que ambos abogados planteaban, y finalmente sentenció:
—Limítese a ceñirse al caso, por favor.
—Así lo haré —aseguró Estuardo—. El saldo arbitral fue explicado por el vicepresidente del Fútbol Club Barcelona, Alfons Godall, en 2006, cuando dijo (Estuardo abrió un dossier por una página que tenía marcada con un post-it), cito textualmente: “pasamos una época de buena relación con la Federación Española, de buenas relaciones con las entidades donde se cuece, digamos, los comités de árbitros, la competición”, y que “todo ello nos ayudó”, “cuestiones como el saldo arbitral, la diferencia entre lances favorables y desfavorables con los rivales”. El vicepresidente reconocía en 2006 que el alejamiento del club de estos comités les estaba perjudicando, ¡justo en los dos años en que el Barça había dejado de pagar a Negreira! ¿Cree usted que por ese motivo se reanudaron los pagos a las empresas del señor Negreira?
—Pues mire usted, no lo sé —contestó Villar algo cabizbajo—, porque, como he asegurado en mi declaración, yo no podía haber sabido de esos pagos, tendría que haber contratado un detective, por lo menos.
—No me sea ingenuo, señor Villar. Usted sabe, como cualquier departamento de compliance de cualquier empresa, lo fácil que resulta acceder a la web del Registro Mercantil y solicitar los cargos y las participaciones de una persona física en una empresa o entidad. Si quiere, hacemos ahora mismo la prueba introduciendo los datos del señor Negreira, los de su hijo, o sus mismos datos, si lo prefiere.
—No, no es necesario, me lo creo —respondió Villar con la mirada huidiza.
—Así que prefiere quedar como torpe o ignorante que como cómplice.
—¡Protesto, señoría! Está acusando a mi testigo sin pruebas —exclamó Scotto.
—Se admite —dijo el juez—. Señor Estuardo, le recuerdo que el testigo no está acusado de nada, simplemente se ha prestado a testificar en esta causa.
—Entendido, disculpe —admitió Estuardo—. Señor Villar, además de las incoherencias en su declaración, usted apoyó los servicios de coaching arbitral que realizaba otro de los acusados, don Javier Enríquez Romero, hijo del señor Negreira.
—Bueno, no es que lo apoyara, el señor Negreira nos dijo que sería positivo para los “álbitros” recibir asesoramiento y yo conocía a su hijo porque trabajó durante unos años para nosotros en la Federación.
—¿Tampoco le parece extraño que el Fútbol Club Barcelona pagara cuantiosas sumas de dinero a la empresa del hijo de Negreira mientras este asesoraba a los árbitros, o los llevaba a los partidos?
—No lo sabía, lo desconocía. Solo le digo que conocía a Javi de su trabajo en la Federación y apoyé la propuesta de José María para que fuera contratado y prestara esos servicios.
En el banquillo de los acusados, Negreira miró a su hijo con orgullo y le dio unas palmadas sobre el muslo. Un intérprete de labios podría haber detectado un “buen trabajo, hijo” en la boca del anciano.
—Señor Villar, también ha asegurado en su declaración que los árbitros son independientes, que forman un colectivo honesto, que no se dejaban influir por los ataques de Sánchez Arminio contra el Real Madrid, o por las evaluaciones del señor Negreira.
—Así es.
—En ese caso, ¿podría decirnos qué cargo ocupaba el señor Juan Padrón en la Federación Española de Fútbol?
—Fue mi vicepresidente económico durante varios años.
—¿Podría explicarnos estas palabras del señor Padrón sobre el control del arbitraje? Aparecen en la parte de las escuchas en el caso Soule: “Si los árbitros no hacen lo que yo digo, los quito”. Si esto fuera así, no los veo tan independientes, más bien los veo como un colectivo fácilmente manipulable por parte de sus superiores. Por usted, por el señor Negreira, por Joan Gaspart…
Juan Padrón
—Ah, eso no tiene nada que ver con el control del arbitraje, esa frase se refiere a qué candidatura debían votar en las elecciones federativas.
—Luego los árbitros les apoyaban a ustedes, y ustedes devolvían el favor colocando a los árbitros afines, premiándolos durante su etapa en activo y posteriormente, asignándoles un cargo en los comités.
Antes de responder, el señor Villar miró a un individuo situado en la primera fila entre el público. Este hombre tenía el dedo índice sobre la boca.
—Por indicaciones de mi abogado, no voy a contestar nada que tenga que ver con el caso Soule —indicó Villar tras un prolongado silencio—, pues todavía se encuentra en espera de juicio.
—Cierto. Menos mal que este juicio que nos atañe se rige por la Hollywood Act y no por la justicia ordinaria española, y, por tanto, se resolverá rápidamente. Señor juez, señorías, miembros del jurado, quiero recordarles que el testigo está encausado desde 2017 en un caso de administración desleal, apropiación indebida, estafa, falsedad documental y corrupción entre particulares, entre otros delitos. No sé qué pretende la defensa hasta el momento presentando a testigos con semejantes historiales, pero creo que no favorecen en nada sus intereses. El señor Villar estuvo casi dos semanas en prisión preventiva en verano de 2017, junto a su hijo Gorka, un empresario que realizaba negocios sospechosos con la Federación de su padre. Todo muy endogámico en los estamentos federativos.
—No le consiento que meta a mi familia en esto —el tono de voz de Villar mostraba un cabreo importante.
—Yo no meto a su familia en asuntos turbios, señor Villar. Lo hizo usted. No haré más preguntas, señoría.
El juez Aguilar estaba perplejo con lo que escuchaba sesión tras sesión. Tomó notas en una libreta que había empezado a utilizar para no perderse en el caso. La abogada del Real Madrid alzó la mano y pidió su turno.
—Con la venia, señoría —Luisa Ramírez se puso en pie y se acercó al banco del expresidente de la Federación—. Señor Villar, supongo que usted está al tanto de que el señor Negreira, poco después de dejar su cargo como vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros en 2018, fue contratado por la Federación Catalana de Fútbol para realizar informes verbales de asesoramiento arbitral.
—Eso he leído en algún medio, sí.
—Sabrá entonces que fue contratado por Josep Contreras, amigo personal suyo, y directivo del Fútbol Club Barcelona por entonces. ¿Usted cree que con estos pagos se estaba comprando su silencio? Recuerde que cuando el Fútbol Club Barcelona cesó en los pagos, el señor Negreira amenazó al club con destapar todas las “irregularidades” cometidas.
Villar se mantenía en silencio. Miraba al individuo de la primera fila, que seguía con el mentón apoyado sobre su mano, si bien en esta ocasión tenía dos dedos sobre la boca.
—Por indicaciones de mi abogado, no voy a hablar del señor Contreras, puesto que también figura en el sumario del caso Soule, y no puedo pronunciarme sobre el mismo.
La abogada iba a continuar con su interrogatorio, pero el juez Aguilar creyó conveniente intervenir en ese instante para no ampliar el alcance de la causa:
—Señora Ramírez, en lugar de preguntar al señor Villar por las razones de dicha contratación, decidida por un tercero, le sugiero que llame a declarar a ese directivo del Barcelona y de la Federación Catalana, el tal… ¿Josep Contreras?
—Me temo que tal circunstancia no será posible, señoría, pues el señor Contreras falleció en diciembre de 2022.
El juez se llevó la mano a la frente, entornó los ojos y apuntó otro nombre en su libreta:
Notas juez
—El señor Contreras es una pieza clave de esta investigación, señoría —continuó Luisa Ramírez—. Parte del dinero abonado a las empresas del señor Negreira y de su hijo se quedó o volvió a una empresa del señor Contreras, Tresep 2014, y es uno de los argumentos que han utilizado algunos directivos del Fútbol Club Barcelona para afirmar que fueron estafados.
—No voy a decir nada sobre este punto —añadió Villar con una sonrisa cínica.
—En ese caso, no haré más preguntas, señoría —y volvió a su asiento.
El juez tomó algunas notas adicionales sobre el expediente, recogió sus papeles y finalmente, golpeó con el mazo:
—Se levanta la sesión.
Los asistentes comenzaron a levantarse, los abogados recogieron su documentación, los periodistas se pusieron a hablar por sus teléfonos móviles y mientras, Ángel María Villar se acercó al banquillo de los acusados, donde se dedicó a repartir abrazos y palmetazos en la espalda. Se escucharon varios “me alegro de verte”, un par de “qué bien te veo”, y bastantes “a ver si nos quitamos esta mierda de encima pronto”.
(Próximamente capítulo 5: “Puedo ayudaros con el VAR”).
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Nadie lo posteó:
buena victoria de Ecuador ante Guatemala: experimentos que hace el técnico Sánchez bas y un 2 a 0 que si bien es cierto merecido, porque era obligación pasearse a estos rivales, pero es Guatemala: el primer tanto ocurre a los 7 minutos gracias a la asistencia de jéremi sarmiento para que jon yeboa la pueda emvocar: ecuador seguía con la tenencia de balón, su fórmula de salir jugando, sarmiento apilando rivales: esto fue porque el equipo contrario no contaba con armas que tendría un cuco, como el que enfrentaremos mañana.
casi todo el segundo tiempo el marcador era algo mentiroso porque un error en salida Guatemala en una contra nos clavaba el empate: A 5 minutos de acabar el encuentro ángel mena aporta su juego y una asistencia (aunque con algo de desventaja) hizo que Gonzalo plata pueda mostrar su desequilibrio y como él lo sabe hacer nos dá tranquilidad con su gol.
Dato de plata: tuvo malos entendidos, pidió discuulpas y qué regreso que se mandó.
el domingo nos veremos las caras con un peso pesado: la trí cumplió con este partido con equipo b: Suerte para mi selección en ese partido ante Italia.
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es méxico, no mechico.
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Seguimos con la serie, el último capítulo de los que han salido hasta ahora.
Anatomía de un Negreirato: Capítulo 5 | OneFootball
La Galerna
·22 de marzo de 2024
Puedo ayudaros con el VAR
El juez Aguilar apuró el último trago del infame café de la máquina del juzgado. Miró los posos que quedaron en el fondo del vaso de cartón y, antes de arrojarlo a la papelera, le dijo a la secretaria de su equipo:
—No sé si es una buena metáfora, Conchi, pero esta porquería que estamos digiriendo me revuelve el estómago y eso que en el fondo se queda lo peor. Vamos allá.
Desde el pasillo escucharon las palabras del alguacil:
—En pie, preside el honorable señor Aguilar.
Entraron en la sala, nuevamente repleta, oyeron el sonido de algunas cámaras de fotos, y, una vez que el revuelo se diluyó, el juez hizo un gesto con la mano al abogado defensor, Jorge Carlos Scotto, para que comenzara.
—Gracias, señoría. En las sesiones previas hemos escuchado a una serie de testigos que han dejado acreditado que el señor Enríquez Negreira no tenía competencias ni capacidad alguna en el Comité de Árbitros para influir en las designaciones o en las promociones y descensos de los colegiados, mucho menos en sus actuaciones en el terreno de juego. Nuestro cliente ha tenido que soportar una campaña feroz por parte de los medios controlados por la parte personada como perjudicada en esta causa, el Real Madrid…
En el banquillo de los acusados, Laporta asintió con la cabeza y se le oyó decir por lo bajo “la Central Lechera” casi al mismo tiempo que Rosell soltaba “¡la Caverna!”. El juez reprobó a ambos con la mirada.
—…el Real Madrid —prosiguió Scotto—, cuyo presidente ha invocado a todos sus medios afines, que son casi todos, para atacar al Fútbol Club Barcelona y desprestigiar los títulos obtenidos de manera legítima.
—Protesto, señoría —irrumpió Luisa Ramírez, abogada del Real Madrid—, está lanzando una acusación infundada contra el presidente de un club que, además, está enfrentado a casi todos esos medios.
—Se acepta —respondió el juez—. Céntrese en su defensa, por favor.
—Así lo haré —continuó Scotto—. No tenemos pruebas, pero tampoco dudas de quién anda detrás de estas campañas, señoría, todas ellas centradas en una frase desafortunada del señor Enríquez Negreira, que han repetido todos los medios de manera sistemática y hasta diría que coordinada: “Puedo ayudaros con el VAR”.
Hizo una pausa, se giró en redondo hacia toda la audiencia y la repitió hasta tres veces: “Puedo ayudaros con el VAR”.
—Señorías, miembros del jurado, el señor Enríquez Negreira no tenía ninguna relación con el sistema de videoarbitraje, comúnmente conocido como VAR, como quedará demostrado tras la declaración de nuestros testigos de hoy. Se comprobará que el señor Enríquez Negreira no era más que un arribista en busca de fortuna que trataba de vender una mercancía defectuosa con la connivencia de algunos directivos que buscaron estafar al club. La defensa llama a declarar a don Antonio Jesús López Nieto.
Se abrieron las puertas y apareció un hombre cercano a los setenta años, elegante, bien trajeado, bastante moreno de piel, el aspecto saludable de un jubilado que vive en la Costa del Sol. Le tomaron juramento y se sentó a unos pocos metros del banquillo de los acusados. Si no fuera porque en su camino al asiento de los testigos dio la espalda a la sala, cualquier observador habría podido ver el guiño lanzado a varios de los acusados.
—Señor López Nieto —comenzó Scotto—, ¿podría explicarnos brevemente su trayectoria en el mundo del arbitraje, tanto en activo como luego, una vez retirado?
—Claro, encantado. Fui árbitro de Primera División desde 1988 hasta mi retirada en 2003, pité 230 partidos en esta categoría y alcancé la internacionalidad en 1993. Recibí el premio Guruceta como mejor árbitro de la temporada hasta en cinco ocasiones. Al acabar mi carrera por haber alcanzado el límite de edad, seguí desempeñando mis funciones para el arbitraje en el CTA en diversos cargos, como vicepresidente, como responsable de la gestión técnica y económica, o en el comité de asignaciones para los partidos.
—Impresionante currículum, señor López Nieto. Y dígame, ¿cuál es su relación con el VAR?
—Antes de la implantación del VAR en España, fui designado por LaLiga para estudiar el uso del VAR en Portugal, cómo se implantó en la liga portuguesa y cómo se utilizaba en los partidos, conocí el centro logístico en Lisboa, donde se reciben todas las imágenes de los partidos y estuve en las formaciones sobre la aplicación del VAR en España.
—¿Y puede decirnos qué pintaba el señor Negreira en el VAR?
—Nada, absolutamente nada. Bueno, el señor Negreira no tenía funciones de ningún tipo, ni en el VAR, ni en el propio CTA. Yo era el responsable de las designaciones para los partidos y lo dije en su día y lo repito ahora ante un juez, en dieciséis años, Negreira no pintaba nada. Entiendo que no me crean, pero Negreira fue un florero —pronunció estas palabras mientras se giraba hacia el banquillo de los acusados con chulería.
—Le creemos, cómo no —prosiguió Scotto—, entonces, ¿qué cree que quería decir el señor Negreira con su ofrecimiento al Fútbol Club Barcelona?
—Creo sinceramente que Negreira vendió humo y alguien se lo compró. Negreira jamás tuvo ascendencia sobre los colegiados, mandaba menos que el conserje del Valladolid o de Málaga. Es como el pequeño Nicolás. Los engañó a todos, incluido al Barça.
—Muchas gracias, señor López Nieto, creo que a todos los que estamos en esta sala nos ha quedado clarísimo —se giró hacia la mesa del fiscal—. Su turno, señores.
El fiscal Jaime Estuardo se puso en pie y se acercó al testigo.
—Señor López Nieto, así que el señor Negreira vendió humo y alguien se lo compró. ¿Sabe usted que el mero hecho de intentar comprar ese humo ya es constitutivo de delito? Sobre todo si se pensaba que el producto vendido no era humo, sino real.
—Mire, el señor Negreira es indigno de haber sido árbitro alguna vez, pero no podrán demostrar que se compraron árbitros. Tan sinvergüenza puede ser el señor Negreira por haber abusado de su posición, como el Barcelona por comprarle el humo que vendía.
Scotto se revolvió incómodo en su asiento.
—En eso estamos de acuerdo —afirmó Estuardo—. Y en otro orden de cosas… así que fue designado por LaLiga española para estudiar el uso del VAR en Portugal, ¿podría decirnos qué sistema se utilizaba en ese país y a qué empresa pertenecía?
—Sí, a la empresa Mediapro.
—Ya, propiedad por aquel entonces del señor Roures, socio y avalista del Fútbol Club Barcelona. Curioso, pero no creamos que había un conflicto de intereses. ¿Puede decirnos cómo se decidió por parte del señor Sánchez Arminio que se hiciera la formación de los colegiados para instruirlos en el uso del VAR?
—La formación de los árbitros se realizó en el edificio Imagina, propiedad de Mediapro, en Barcelona. Sánchez Arminio consideró que el mejor sistema era que Mediapro recibiera todas las imágenes, y que estas se trasladaran posteriormente a la sala de control del VAR, que se decidió situar finalmente en la Federación Española de Fútbol.
—Presidida entonces por Ángel María Villar.
—Así es. Victoriano, que en paz descanse —dijo mientras alzaba la vista al cielo y encontraba el ya famoso lamparón de cagarrutas de paloma—, insistió en que todo el proceso debía ser coordinado y supervisado por la Federación Español de Fútbol.
—Ya, entiendo. Villar, Victoriano, Mediapro, Barcelona… Y una pregunta, si me permite, puesto que Victoriano Sánchez Arminio dirigía el Comité Técnico de Árbitros con puño de hierro, rodeándose de sus afines, de los acólitos que siempre arbitraron según sus designios, ¿debemos entender que su paso a cargos directivos se debió a su afinidad con él?
—No entiendo a qué se refiere —contestó el malagueño.
—Durante su etapa como árbitro en activo, dirigió 36 partidos de Liga al Real Madrid, de los cuales perdió casi un tercio, 11. No era un árbitro bien considerado por el Real Madrid, luego…
—¡Protesto, señoría! —irrumpió Scotto—, no tiene ninguna relación con el caso juzgado.
—Se admite —asintió el juez—. Por favor, señor fiscal, cíñase al caso.
—Ángel María Villar controlaba la Federación, el empresario Roures las imágenes y el señor Sánchez Arminio dirigía el comité de Árbitros, premiaba a los que arbitraban según sus designios, mantuvo como vicepresidentes al señor Negreira y a nuestro testigo durante años, pero debemos creer que no pintaba nada, que todo este contubernio era normal. No tengo más preguntas, señoría.
La abogada del Real Madrid, Luisa Ramírez, se puso en pie y tomó el relevo a Estuardo. Se acercó a la ventana de la sala, que tenía un par de jarrones, sacó las flores de uno de ellos y, sujetándolas por el tallo, las sacudió levemente y las depositó en el marco de la propia ventana. El florero tenía dos dedos de agua al fondo. Lentamente, sin aspavientos, se acercó al banco en el que López Nieto miraba con desconfianza sus movimientos.
—Señor López Nieto, ¿sabe usted qué pasaría si yo le arrojara el contenido de este florero a la cara?
El interpelado puso cara de extrañeza y contestó:
—Que me mojaría —contestó el exárbitro.
—Exactamente. Lo mismo que esperaba el pagador del “florero”.
“Jua, jua, jua”, se oyeron algunas risas en la sala. A Estuardo se le escapó un aplauso y una sonora carcajada.
—Señor López Nieto, en las comparecencias previas hemos podido ver que el señor Negreira puntuaba a los árbitros, modificaba las puntuaciones de los informadores arbitrales, informaba de su posición a lo largo de la temporada, influía en los ascensos y descensos, los comunicaba en persona… pero no pintaba nada, según usted. En un estamento dirigido de manera tan personalista por el señor Sánchez Arminio. Ya. Parece obvio. Solo le haré una pregunta: ¿seguro que usted se refería a un conserje del Valladolid?
Jesús López Nieto pareció no entender al principio, aunque se sonrojó. El moreno de su tez comenzó a cambiar a pimiento tostado cuando Luisa Ramírez pronunció:
—¿Seguro que no se refería usted a un ordenanza de Cartagena? ¿O a un segurata, yo qué sé, de Getafe?
El fiscal Estuardo no pudo contener la risa desde su sitio. El periodista Tomás Roncero, que había acudido ese día a la sala, se carcajeó igualmente de modo muy aparatoso. Los siguieron varios asistentes del público, al principio, tímidamente, unos pocos, pero después las risas se contagiaron al resto. “Jajajajaja, que no pintaba nada”, se escuchaba, “el conserje de Valladolid”, entre risotadas ruidosas, “el segurata de Getafe”, “jojojojo”, se escuchó a un Jesús Bengoechea que palmoteaba de manera escandalosa. Los miembros del jurado se miraban entre sí perplejos, varios de ellos con la sonrisa dibujada en la cara, otros, visiblemente despistados. En unos pocos segundos se escucharon grandes risas en la sala, que el juez Aguilar trató de controlar golpeando con el mazo:
—Orden, orden en la sala, ¡orden! No me obliguen a tener que desalojar.
La abogada Luisa Ramírez levantó una mano como para pedir silencio, y finalizó su intervención:
—Como comprenderá, señor juez, no tengo más preguntas que hacer al testigo.
El exárbitro López Nieto abandonó la sala visiblemente contrariado, con el rostro enrojecido. Se escuchó un “adiós, florero” en la sala, de una voz entre regañona y roncera, seguido de un “¡donde no hay mata, no hay patata!” que volvió a provocar nuevas risas que trataron de ser acalladas por el juez.
—La defensa tenía otro testigo para hoy, ¿no es así? —exclamó en voz alta el juez Aguilar para tratar de proseguir con la vista.
—Así es, señoría. La defensa llama a declarar a don Carlos Clos Gómez.
Como si de una pelea teatralizada de pressing-catch se tratara, salió uno y entró otro. Clos Gómez a la palestra en sustitución de López Nieto. Tomás Roncero se revolvía incómodo en su asiento, “si es que vaya par…”, se le oyó decir a su acompañante. Clos Gómez, el hombre que jamás sonrió en público, se sentó algo incómodo. Había visto la cara con la que López Nieto había salido de la sala y no se encontraba seguro, al menos no tan seguro como cuando señalaba un penalti a favor del Barça.
—Señor Clos Gómez —comenzó Scotto con el interrogatorio—, toda una vida dedicada al arbitraje, primero en los terrenos de juego, llegando incluso a internacional, luego en los estamentos arbitrales y, finalmente, como director del sistema de videoarbitraje VAR. De las palabras del señor Negreira sobre su capacidad de influir en el VAR, ¿qué tiene que decir?
—Poco. En realidad, nada.
Clos Gómez nunca fue un dechado de virtudes orales, pero se le veía claramente su esfuerzo por hablar poco.
—¿Podía el señor Enríquez Negreira aleccionar a los árbitros de VAR sobre su uso, condicionarlos de algún modo, manipular a favor de algún equipo?
—En absoluto —respondió el “culegiado” de forma escueta.
—¿Cómo definiría usted el sistema VAR utilizado en España?
—El mejor del mundo, dotado además de las mejores instalaciones existentes, mejores que en la Premier o en la Bundesliga. Un sistema incluso reforzado con la figura de un Director de Operaciones, lo que imposibilita cualquier intento de manipulación ajeno.
Scotto se separó unos metros y se dirigió hacia el jurado, la audiencia presente, el fiscal y finalmente, hacia el juez.
—Si es que no hay nada en absoluto, señoría, la defensa ya no sabe cómo explicarlo. ¿Acaso hay alguien que pueda conocer mejor el arbitraje español que los testigos que han pasado por este juzgado? Medina Cantalejo, Ángel María Villar, Luis Rubiales, ahora López Nieto y Clos Gómez… y todos han coincidido en lo mismo: el señor Negreira no tenía capacidad alguna de influir en los árbitros. Mucho menos sobre el VAR, una herramienta transparente, que se gestiona desde una sala a centenares de kilómetros de los terrenos de juego… ¡creer otra cosa es de necios!
Hizo una pausa prolongada, volvió a mirar hacia todos los lados y finalmente concluyó:
—No haré más preguntas, señoría.
Antes de alcanzar su asiento, el fiscal Estuardo ya se había puesto en pie. Parecía tener prisa por entrar en escena.
—Señor Clos Gómez, yo debo de ser un poco “necio”, por usar las palabras de mi ¿colega?, así que permítame que albergue ciertas dudas. Me gustaría comenzar repasando su carrera como árbitro en activo. Usted ascendió a Primera División en el año 2006, donde permaneció hasta el año 2017, ¿podría indicarnos…?
—¡Protesto, señoría! —interrumpió Scotto—. No tiene nada que ver con los hechos juzgados.
—Señoría, si me permite —alegó Estuardo—, todos ellos son años “negreiros”, años en los que los pagos del Fútbol Club Barcelona al vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros pudieron influir en las carreras de los árbitros, en sus ascensos y descensos, y con ello, en los resultados.
—No se admite —respondió el juez Aguilar tras pensarlo unos segundos.
Varios asistentes de entre el público dirigieron su mirada a Joan Laporta a la espera de que pronunciara su archiconocido “¡Intolerapla!”.
—Gracias, señor juez —continuó el fiscal—. Señor Clos Gómez, ¿podría indicarnos cuál fue su historial pitando al Fútbol Club Barcelona?
—Pité más de 250 partidos en España, comprenderá que no lo recuerde con claridad.
—Grosso modo, no tiene por qué ser exacto, ¿perdió alguna vez el mencionado club en alguno de los partidos en los que usted los dirigió?
—Mire, eso sí se lo puedo contestar, porque de mí se han dicho muchas cosas que no son ciertas, como que “el Barça nunca había perdido conmigo al silbato” y eso es falso, pues recuerdo que perdió una vez 3-1 en el Benito Villamarín.
—Cierto, buena memoria. Aquello sucedió en un partido irrelevante, una vuelta de Copa del Rey en una eliminatoria que llegaba con un 5-0 de la ida. Pero voy a ayudarle, voy a refrescarle la memoria. El Fútbol Club Barcelona no perdió nunca con usted un partido de Liga. Usted dirigió 32 partidos al club que pagaba al señor Negreira, con un resultado de 26 victorias y solo una derrota, intrascendente, la que usted acaba de comentar. ¿Recuerda cómo llego a árbitro internacional?
—Fue en 2009, en base a mis méritos sobre el terreno de juego —respondió.
—Méritos convenientemente puntuados y valorados por el señor Enríquez Negreira, ¿recuerda usted su actuación solo unos meses antes en un derbi Atlético de Madrid—Real Madrid?
—No. Como comprenderá, no lo recuerdo.
—Anuló tres goles legales al Real Madrid y remató su actuación expulsando a un jugador blanco, al neerlandés Ruud Van Nistelrooy. ¿Se le premió con la internacionalidad por estas actuaciones?
—¡Protesto, señoría! —volvió a interrumpir Scotto—. El fiscal trata de desacreditar al testigo de la defensa con unas afirmaciones totalmente subjetivas.
—El funcionamiento del arbitraje español durante décadas —alegó Estuardo para poder continuar con el interrogatorio— se pone de manifiesto con este sistema de premios a los afines y castigos a los díscolos.
—No se admite —contestó el juez—, prosiga.
—Usted obtuvo la internacionalidad, pero la UEFA no le dio ni un solo partido —prosiguió Estuardo—, apenas alguna clasificación para la Europa League. Curioso dato, ahí se lo dejo, miembros del jurado, para que reflexionen: un árbitro muy bien considerado en España por el Comité Técnico de Árbitros no es apto para la UEFA. Pero sigamos, le refresco otra fecha, señor Clos Gómez. 3 de diciembre de 2016. Pita usted el partido por excelencia del fútbol español. Camp Nou, Barcelona-Real Madrid. ¿Recuerda usted cómo se desarrolló el partido, cómo fue su actuación?
—Pues, como suele suceder en estos casos, no dejó satisfecho a nadie —contestó el culegiado—, me reprochan que fallé en las dos áreas, a favor del Barcelona, pero también en contra.
—¿Sabía usted que el señor Enríquez Negreira y su hijo, aquí presentes, evaluaron su actuación para el Fútbol Club Barcelona y la puntuaron de acuerdo con sus criterios?
—No sé, no me consta —farfulló Clos Gómez.
—Gol en fuera de juego del Barça, dos penaltis no señalados a favor del Real Madrid… No podemos probar que tuviera acceso a dicho acta, pero… ¿no le llama la atención que el señor Negreira realizara estos informes para un club que le pagaba cuantiosas sumas de dinero al mismo tiempo que ejercía de vicepresidente de los árbitros? ¿Y que ese mismo sujeto les informara a ustedes durante la temporada de su clasificación de cara a la pérdida de categoría o al acceso a los partidos más importantes?
Clos Gómez se mantuvo en silencio. No quiso mirar al banquillo de los acusados ni a la mesa del abogado de la defensa. Tenía la vista perdida en el micrófono, como si deseara que pasara rápidamente el tiempo. “Tan rápido como un descuento cuando el Barça gana por la mínima”, pensó.
—Entiendo que le incomode contestar. Como si le pregunto por los tres penaltis a favor del Barcelona en 12 minutos que señaló usted frente al Sporting de Gijón, o la final de la Copa del Rey en la que usted expulsa a Cristiano Ronaldo tras haber permitido que lo machacaran a patadas los jugadores del Atlético de Madrid.
El exárbitro permanecía callado. Mejor aguantar el chaparrón que meter la pata, debió pasar por su cabeza.
—Sé que me negará cualquier presión para pitar de esa manera, así que voy a preguntarle por otro asunto. En su última temporada en activo, el señor Enríquez Romero —lo señaló con el dedo y el brazo extendido— informó a un directivo del Fútbol Club Barcelona de que usted era el elegido para pitar la final de Copa… ¡en la que participaba el mismo Fútbol Club Barcelona! ¿Cómo podía saber el hijo de Negreira que ya iba a pitar usted si el señor Negreira no tenía ninguna atribución sobre las designaciones?
—Era mi última temporada en activo, era costumbre habitual —respondió Clos Gómez.
—Me va a perdonar, pero habitual, no, solo se hacía con los más apreciados por el sistema. ¿Sabía que en aquella final de Copa frente al Alavés, en la que, por cierto, usted concedió un gol en fuera de juego a los azulgrana, el señor Enríquez Negreira estaba en el palco del estadio supervisando su actuación?
—No lo sé, no me consta —balbuceó Clos Gómez de nuevo.
—Ya. Así funcionaban las cosas en el Comité de Árbitros, señoría. Se premiaban los errores a favor del club que pagaba a…
—¡Protesto, señoría, protesto! Es un ultraje, está sacando conclusiones sin pruebas de ningún tipo.
—Lo retiro —se anticipó Estuardo—. Me ciño a los hechos. ¿Recuerda al menos quién fue el árbitro designado como su suplente en esa final, por si usted sufría alguna lesión?
—Creo recordar que fue Alejandro Hernández Hernández.
—Buena memoria. Otro buen… —en la mente de Estuardo cruzaron las palabras “lacayo, sicario, secuaz”, pero sabía que no podía utilizarlas—… árbitro, afín al sistema de Sánchez Arminio y Enríquez Negreira. Y tras su retirada ese mismo día, ¿recuerda quién fue nombrado internacional para ocupar su plaza?
—Si no me equivoco, fue Ricardo de Burgos Bengoetxea.
—Exacto, así funcionaba este sistema perfectamente engranado —concluyó Estuardo—. Solo una pregunta más y es de su época como máxima autoridad del VAR, ¿para qué utiliza usted una sala anexa a la sala VOR, con comunicación con la misma, desde la que pueden condicionar a los árbitros oficiales de cada partido?
—Es una sala desde la que comunicar algún detalle que ha podido pasar inadvertido a los árbitros de VAR —respondió Clos Gómez.
—Luego reconoce su existencia, el uso de una sala que no está en los protocolos UEFA para el uso de la herramienta VAR. ¿Es a esta sala de control a la que se refería el señor Negreira cuando decía que podía influir en el VAR, que podía ayudar a sus pagadores?
—Todo eso es mentira. Se usa si hay un problema técnico o, en los primeros años, si detectábamos que se enviaban líneas a la retransmisión televisiva que no se mostraban, esa era la única interacción posible. Lo demás es absoluta mentira.
—Luego usted estaba en una sala, que no es la oficial, para decir a los que sí son los árbitros oficiales que se les ha pasado algo por alto. Muy lógico.
—Yo puedo estar en esa sala porque su principal función es dar información a la Comisión Técnica. Se puede insistir, pero de ahí a insinuar que hay alguien detrás en una sala oscura que le está aconsejando si también interviene… hay que tener muy poca vergüenza para decir esto.
—Pues no soy yo quien insinuó que se podía influir en el VAR. Fue el señor Enríquez Negreira. No haré más preguntas, señoría.
Clos Gómez quería salir de allí huyendo como en sus buenos años en el Bernabéu, pero el juez Aguilar le frenó con un gesto.
—¿Alguna pregunta adicional por parte de la parte personada en el caso?
—Sí, señoría, con la venia —respondió la abogada Luisa Ramírez tras ponerse en pie—. Señor Clos Gómez, se encuentra usted inmerso en una investigación de la Guardia Civil por el incremento inusual de su patrimonio.
—Supongo que son unas meras comprobaciones, al igual que ha sucedido con otros compañeros.
—Sí, son varios los árbitros, tanto en activo como ya retirados, que están siendo investigados. En su caso particular, la Guardia Civil ha detectado que posee once inmuebles a su nombre, ocho de ellos pagados al contado.
—Siempre fui muy ahorrador, así me enseñaron en casa y no hay nada delictivo en ello. Tenga en cuenta que el salario de un árbitro de Primera División es elevado y estuve once temporadas completas percibiéndolo.
—Cierto, y ese salario es mayor si se asciende a internacional o si se arbitran finales de Copa del Rey —inquirió la abogada de nuevo.
—Así es, lógicamente —contestó.
—En ese caso, déjeme mostrarle una foto.
La abogada Ramírez sacó una hoja tamaño A3 de su carpeta, la desdobló y se la mostró primero a Clos Gómez y luego, en un giro de 360 grados, a todos los asistentes. Contenía dos fotos.
—Penalti no señalado a favor del Real Madrid en el Camp Nou. Reconocido hasta por los Enríquez en su acta del partido. Usted lo ve perfectamente, se lleva el silbato a la boca y, en el último segundo, decide no pitar. ¿Se le pasó por la cabeza que un penalti en contra del Fútbol Club Barcelona, ¡en un Clásico!, podía tener repercusiones en su carrera?
Clos Gómez permaneció en silencio.
—¿Acaso pensó en ese momento que no podría adquirir un nuevo inmueble si perjudicaba al club que pagaba a su jefe en el Comité Técnico de Árbitros? ¿A su evaluador?
El exárbitro tomó la foto en sus manos, pero realmente no estaba allí. Su cabeza estaba en otro lugar.
—Sé que no va a contestarme, así que no haré más preguntas, señoría.
Se hizo un incómodo silencio, solo interrumpido por algún murmullo entre los asistentes. El juez Aguilar se disponía a clausurar la sesión cuando el abogado defensor pidió intervenir de nuevo. Se dirigió al juez y le dijo:
—Señoría, hasta la fecha la estrategia de la acusación ha consistido en descalificar a todos los testigos de la defensa. Se ha limitado con denuedo a ejecutar esta tarea. Por esta razón, en la próxima sesión presentaremos los informes periciales encargados por la defensa, los cuales probarán de manera irrefutable nuestros argumentos.
El juez Aguilar terminó de garabatear en su ya famosa libreta, la cerró, recogió sus trastos y golpeó con el mazo.
—Sea. Eso espero. Se levanta la sesión.
(Próximamente capítulo 6: Los informes periciales).
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perdieron los piratas en contra del país de la policía patotera. encima el martes van a jugar chile vs francia
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Decepción absoluta, solo era un amistoso, pero vamos, que hay que golear a Chile.
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Inglaterra no le hace un gol al arcohiris, aaaaa, empiezo a frustrarme y a preguntarme muchas cosas.
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no sorprende lo de Brasil, eso quería que pasara
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creo que el mejor destino en elegir rivales lo tiene Venezuela a pesar de la derrota
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cuanto quedó Inglaterra vs Brasil e?
sobre el partido de España vs Colombia, he de decir que me dormí. Se me hizo aburridísimo, con todo respeto España no tiene nada en la suplencia y los titulares tampoco es que tengan un peso considerable. Colombia por su parte sin Luis Díaz y sin James, quien casi no juega en su club pero en su selección es la estrella, es una selección aburrida tambi´n, mucho toque toque, pero vito lo visto los españoles se deben de preocupar más.
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ponete la camiseta de los bastones, kendri querido!
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63 gal gal gal gal gal gal gal. Game Over. Final. Que lindo verlo por youtube. Parece que el problema no son los dt argentinos al final...
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A ver, Creo que el entrenador es responsable máximo del 30% del éxito o fracaso de una selección. Igual hay países en los que cuando su selección tiene éxito, es toda virtud de sus jugadores patrióticos, pero cuando la selección va mal, ahí sí, culpa del entrenador extranjero que "vende" al país".
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No pudo la trí: Italia, un rival de peso nos declara vencidos.
Un partido donde Félix Sánchez vas intenta dejar un cello Guardiola reconvirtiendo jugadores, implementando el fútbol a lo europa con 3 centrales y carrileros: y sí, el equipo se ha adaptado y el dt se siente cómodo.
En algunas conversaciones les decía a los futboleros que no se puede medir a una selección o práctica en un solo encuentro: el jueves ecuador se la pasó en su casa como amo y señor del fútbol, porque Guatemala carece de buenos jugadores Aique decirlo: este era el cotejo: con un rival así teníamos que medirnos y usar lo que tenemos: un primer tiempo donde Italia consigue una presión en salida, 2 minutos llega una pelota parada y pega en la barrera, surge un rebote el arquero no la vé y pelegrini la empuja y adentro.
Los primeros 45 minutos Italia pudo dominar gran parte de ese encuentro: En el segundo tiempo fue casi toda de ecuador: en 26 minutos tuvimos a Italia defendiendo a cercanías de su arco, pero llega el adagio futbolero: el que no los hace los vé hacer: tuvimos buenas impresiones con Gonzalo plata, incapié en la defensa juntos con pacho y torres, sarmiento que prácticamente se cargó el equipo al hombro siendo creativo en el ataque y luego las micro asociaciones de kendri páez que ingresó a la variante.
dominio de la trí pero llegó una transición rápida que era el arma letal de los tanos, el cual permitió que nicolo barella se la pique a burrai en su salida y adentro: 2 a 0 terminó esto.
Se nos cayó Valencia y sánchez vas decide no convocar a nadie: la sufrimos, y este señor pone a allen o vando a fajarse en 80 minutos! intenta reconvertir a alan minda como falso 9 porque Jordi caisedo le hace goles al viento.
Creernos por encima del rival? no: ajustar todo lo que tenemos para evitar la caída de nuestro arco? sí: en el primer tiempo ecuador dio la sensación de respetar a Italia y observamos a Javier Nicolás burrai algo dubitativo en su debut.
Termino con esto afirmando que nadie en el fútbol tiene defensas y arqueros de hierro y consultando a los más analistas en esto: la consecuencia de jugar con carrileros y estos se sueltan al ataque: cuál es la fórmula para que no te coman las espaldas?
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Dernière édition par el_arquero, 25.03.2024 22:01
el burray ese jugaba en el macará no?
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en el fútbol ecuatoriano si: antes creo que tapaba en gimnacia de Jujuy? no sé si así se llama y macará buscaba arqueros: no recuerdo cómo llega a Barcelona, sé que fue en 2020
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yo lo escuché cuando en 2019 jugó con el royal pari de Bolivia y era el arquero del macará, cuando salieron eliminados de la sudamericana
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Con ese estilo de juego una de dos, o los tres centrales que tienes son unas bestias que cubren todo el terreno de la saga, o eres muy efectivo con el juego ofensivo arriba, tanto que puedes suplir con solvencia los despisstes defensivos. Un ejemplo de equipo que ha hecho de ese sistema una virtud, es el Inter de Milan, campión de una Europa League, finalista de una champions, y con la liga que ganará este año, dos veces en 4 años campeón del calcho italiano.
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El partido de Argentina DE MAÑANA ARRANCA A LAS 12 DE LA NOCHE. No lo va a ver ni la hinchada.
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Dernière édition par Borja , 25.03.2024 12:01
el dragon si
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no me dan los horarios. encima es un amistoso re poronga. si me decís que es contra Brasil ahí sí.
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edit, no iba acá f
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Dernière édition par little_fox, 25.03.2024 15:24
mañana vamos a estar en radio pitusas poniéndole el pecho a la bala!
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