85891. El-Dragon,
qué es un amaterasu?
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qué es un amaterasu?
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¿que?
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Una técnica ocular de los uchiha llamada también fuego negro, consiste en una flama negra que prende lo que enfoca el ojo, esta flama no puede ser apagada por nada, solo termina cuando el objetivo está completamente achicharrado.
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usted sabe, señor
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Hoy, en cosas que a nadie le interesan... prendí fuego la cortina, saludos.
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necesito conocer esa secuencia.
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Amaterasu es la diosa del sol y la divinidad más importante de la religión Shinto
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creo que volvió: facundo-elargentino, ocupado, 1000 millas, es
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¿Hay forma de utilizar TikTok desde el PC con NVDA? sí, a estas alturas nunca he utilizado TikTok y no tengo ni idea.
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Callen, quiero ver como se prendió la cortina.
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Lo mío es mucho más importante, Deku. Por cierto, has visto que te he utilizado en mis últimas recetas para indicar que tan caliente tiene que estar una sartén? eres todo un privilegiado.
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No entendí la última referencia... te refieres a que el sartén debe estar tan caliente como deku?
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En algunos casos sí, pero solo cuando queremos freir algo.
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Dejo un fragmento de un cuentito para mis amigos desocupados como yo.
—¡No bajes las manos! —ladró Ernie, moviendo el cañón del fusil de un lado a otro, como había visto hacer a los gángsters de la tele—. ¡Vamos, chico, las manos bien altas!
Peter hizo lo que le ordenaban.
—Vamos a ver: ¿a quién estabas espiando? —preguntó Raymond—. ¡Desembucha!
—Estaba contemplando un pito real —dijo Peter.
—¿Un qué?
—Un pito real macho. Estaba picando el tronco de ese árbol muerto, buscando gusanos.
—¿Dónde está? —preguntó Ernie, alzando el fusil—. ¡Me lo voy a cargar!
—No, no te lo cargarás —dijo Peter, mirando la ristra de pajaritos que colgaba del hombro de Raymond—. Salió volando en cuanto os oyó gritar. Los pitos reales son unos pájaros muy asustadizos.
—¿Por qué lo estabas contemplando? —preguntó Raymond con suspicacia—. ¿Para qué sirve? ¿Es que no tienes nada mejor que hacer?
—Es divertido observar los pájaros —dijo Peter—. Es mucho más divertido que matarlos a tiros.
—Conque sí, ¿eh, descarado? —exclamó Ernie—. ¿De modo que no te gusta que matemos pájaros? ¿Es eso lo que quieres decir?
—Me parece absolutamente sin sentido.
—No te gusta nada de lo que hacemos, ¿no es así? —dijo Raymond.
Peter no contestó.
—Pues voy a decirte algo —prosiguió Raymond—. Tampoco a nosotros nos gusta nada de lo que haces.
A Peter empezaban a dolerle los brazos. Decidió correr un riesgo. Poco a poco los fue bajando hasta los costados.
—¡Arriba! —chilló Ernie—. ¡Rápido!
—¿Y si me niego?
—¡Maldita sea! Tienes mucho descaro, ¿no es así? —dijo Ernie—. Te lo digo por última vez: ¡arriba las manos o aprieto el gatillo!
—Eso sería una acción criminal —dijo Peter—. Sería un caso para la policía.
—¡Y tú serías un caso para el hospital! —dijo Ernie.
—Adelante: dispara —dijo Peter—. Si lo haces, te enviarán al reformatorio. Eso es igual que la cárcel.
Peter vio que Ernie titubeaba.
—Lo estás pidiendo de veras, ¿no es así? —dijo Raymond.
—Lo único que pido es que me dejéis en paz —repuso Peter—. No os he hecho ningún daño.
—Eres un farsante engreído —dijo Ernie—. Eso es exactamente lo que eres: un farsante engreído.
Raymond se inclinó y le susurro algo al oído a Ernie, que le escuchó con gran atención. Luego se dio una palmada en el muslo y dijo:
—¡Me gusta! ¡Es una gran idea!
Ernie dejó el rifle en el suelo y avanzó hacia el pequeño. Lo agarró y lo derribó al suelo. Raymond se sacó el ovillo de cordel del bolsillo y cortó un trozo. Los dos juntos obligaron al pequeño a juntar los brazos por delante y le ataron fuertemente las muñecas.
—Ahora las piernas —dijo Raymond.
Peter empezó a forcejear y recibió un puñetazo en el estómago. Eso le dejó sin aliento y se quedó inmóvil. Seguidamente le ataron los tobillos con más cordel. Peter quedó atado como una gallina y completamente indefenso.
Ernie recogió el rifle y luego cogió uno de los brazos de Peter con la otra mano. Raymond le asió el otro brazo y juntos empezaron a arrastrar al pequeño por la hierba hacia la línea férrea.
Peter se mantuvo absolutamente callado. Tramasen lo que tramasen, hablar con ellos no iba a solucionar las cosas.
Arrastraron a su víctima por el terraplén hasta llegar a la vía propiamente dicha. Entonces uno lo cogió por los brazos y el otro por los pies, le alzaron y lo depositaron en sentido longitudinal entre dos raíles.
—¡Estáis locos! —exclamó Peter—. ¡No podéis hacer esto!
—¿Quién dice que no podemos? Esto no es más que una leccioncita que te estamos dando para que no seas descarado.
—¡Más cordel! —gritó Ernie.
Raymond sacó el ovillo y los dos muchachotes procedieron a atar a la víctima de tal modo que no pudiera alejarse culebreando de los raíles. Lo hicieron atando el cordel alrededor de cada uno de sus brazos y pasándolo después por debajo de los dos raíles. Luego hicieron lo mismo con la cintura y los tobillos. Una vez hubieron terminado, Peter Watson quedó atado e impotente, virtualmente inmóvil entre los raíles. Las únicas partes de su cuerpo que podía mover un poco eran la cabeza y los pies.
Ernie y Raymond retrocedieron unos pasos para inspeccionar su obra.
—Hemos hecho un buen trabajo —dijo Ernie.
—Por esta línea pasan trenes cada media hora —dijo Raymond—. No tendremos que esperar mucho rato.
—¡Esto es un asesinato! —exclamó el pequeño que yacía entre los raíles.
—No lo es —le dijo Raymond—. No es nada de eso.
—¡Soltadme! ¡Por favor, soltadme! ¡Moriré si pasa algún tren!
—Si mueres, pequeño —dijo Ernie—, será por culpa tuya y voy a decirte por qué. Porque si levantas la cabeza, justo como haces ahora, ¡estás listo, pequeño! No te muevas de como estás y puede que salgas con vida. Por otro lado, puede que no sea así, porque no estoy muy seguro de si queda mucho espacio libre debajo de los trenes. ¿Por casualidad sabes tú, Raymond, cuánto espacio libre hay debajo de los trenes?
—Muy poco —dijo Raymond—. Cada vez los construyen dejando menos espacio debajo.
—Puede que haya suficiente y puede que no —dijo Ernie.
—Pongámoslo de esta manera —dijo Raymond—: Probablemente habría suficiente para una persona normal como yo o tú, Ernie. Pero mister Watson aquí presente... de él ya no estoy tan seguro. Y te diré por qué.
—Dime —dijo Ernie, incitándole a seguir hablando.
—Mister Watson aquí presente tiene la cabeza muy gorda. He aquí el porqué. Tiene tal cabezota que personalmente creo que la parte inferior del tren se la rascará pase lo que pase. Cuidado: no quiero decir que vaya a arrancarle la cabeza. De hecho, estoy seguro de que no lo hará. Pero le va a hacer un buen afeitado. De eso puedes estar completamente seguro.
—Me parece que tienes razón —dijo Ernie.
—No es aconsejable —dijo Raymond— tener un cabezón tan voluminoso y repleto de sesos si uno está tumbado en la vía férrea y se le acerca un tren. Es así, ¿no, Ernie?
—Así es —dijo Ernie.
Los dos muchachotes volvieron a subir por el terraplén y se sentaron sobre la hierba detrás de unos arbustos. Ernie sacó un paquete de cigarrillos y ambos encendieron uno.
Peter Watson, tendido entre los raíles sin poder hacer nada, comprendió que no iban a soltarle. Eran un par de chicos locos y peligrosos. Vivían para el momento y jamás se paraban a pensar en las consecuencias. Peter se dijo que tenía que procurar mantenerse sereno y pensar. Permaneció tumbado, totalmente inmóvil, sopesando sus probabilidades. Estas eran buenas. El punto más alto de su cara era la nariz. Calculó que la punta de la nariz sobresaldría unos diez centímetros por encima de los raíles. ¿Sería demasiado? No estaba muy seguro del espacio libre que quedaba entre el suelo y las dieseis modernas. Desde luego no era mucho. La parte posterior de su cabeza reposaba sobre la grava suelta que había entre dos traviesas. Debía tratar de hacer un pequeño hoyo en la grava. Así, pues, empezó a mover la cabeza de un lado a otro, apartando la grava y formando gradualmente un pequeño hueco en el que meter la cabeza. Al final calculó que había bajado la cabeza cinco centímetros más. Eso bastaría para la cabeza. Pero, ¿y los pies? También ellos sobresalían. Solucionó el problema echando los dos pies atados hacia un lado hasta colocarlos de forma casi paralela al suelo.
Se quedó esperando la llegada del tren. ¿Le vería el maquinista? Era muy poco probable, ya que aquélla era la línea principal Londres-Doncaster-York-Newcastle-Escocia y en ella se utilizaban locomotoras grandes y largas en las que el maquinista ocupaba una cabina situada muy hacia atrás y sólo estaba atento a las señales. En aquella parte del trayecto los trenes solían circular a unos ciento veinte kilómetros por hora. Peter lo sabía. Se había sentado en el terraplén muchas veces para verlos pasar. Cuando era más pequeño solía apuntar el número de los trenes en una libretita y a veces en el costado de la locomotora había un nombre escrito con letras doradas.
Se dijo que, de un modo u otro, iba a ser una experiencia aterradora. El ruido sería ensordecedor y el silbido de un tren circulando a ciento veinte kilómetros por hora tampoco iba a resultar muy divertido. Durante unos momentos se preguntó si el tren, al pasar velozmente sobre él, crearía algún tipo de vacío que tiraría de él hacia arriba. Podía ser que sí. De manera que, pasara lo que pasara, tenía que concentrar toda su atención en mantener todo el cuerpo bien apretado contra el suelo. Debía evitar que el cuerpo perdiera su rigidez. Debía permanecer tenso, apretándose contra el suelo.
—¿Qué tal te va, cara de rata? —le preguntó uno de ellos desde detrás de los arbustos—. ¿Qué tal resulta esperar la ejecución?
Decidió no contestar. Contempló el cielo azul encima de su cabeza y vio que un solo cúmulo se desplazaba de izquierda a derecha. Y para no pensar en lo que iba a ocurrir al cabo de pocos momentos, se puso a jugar a algo que su padre le había enseñado hacía mucho tiempo, en un caluroso día de verano en que los dos se encontraban tumbados boca arriba sobre la hierba que crecía en lo alto de los acantilados de Beachy Head. El juego consistía en buscar caras extrañas entre los pliegues, sombras y ondulaciones de los cúmulos. Su padre le había dicho que si uno forzaba la vista, siempre encontraba algún tipo de cara allí arriba. Peter dejó que sus ojos recorriesen lentamente la nube. En un lugar encontró el rostro de un tuerto que llevaba barba. En otro vio una bruja que tenía el mentón alargado y se reía. Un avión cruzó la nube de este a oeste. Era un monoplano pequeño de alas altas y fuselaje encarnado. Le pareció que se trataba de un viejo «Piper Cub». Lo estuvo observando hasta que desapareció.
Y entonces, de repente, oyó un curioso ruidito vibrante que procedía de los raíles situados a ambos lados de su cuerpo. Era un sonido muy quedo, apenas audible, un ligerísimo susurro monótono que parecía acercarse por los raíles desde muy lejos.
El sonido vibrante de los raíles fue haciéndose más y más fuerte. Alzó la cabeza y miró la línea férrea larga y absolutamente recta que se extendía a lo largo de kilómetro y medio o más hacia la lejanía. Fue entonces cuando vio el tren. Al principio era sólo una manchita, un puntito negro y lejano, pero durante los pocos segundos que mantuvo alzada la cabeza, el puntito fue creciendo y empezó a cobrar forma y pronto dejó de ser un puntito para convertirse en el hocico grande, cuadrado y chato de una locomotora diesel. Peter bajó la cabeza y la apretó con fuerza dentro del pequeño hueco que había cavado en la grava. Echó los pies hacia un lado. Cerró fuertemente los ojos y procuró hundir el cuerpo en el suelo.
El tren pasó por encima de él como una explosión. Fue como si un fusil se hubiera disparado dentro de su cabeza. Y junto con la explosión llegó un viento arrasador y estridente y le pareció que un huracán se le metía por los orificios de la nariz y le llegaba hasta los pulmones. El ruido resultó demoledor. El viento le ahogó. Tuvo la sensación de que algún monstruo asesino se lo estaba comiendo vivo y tragándoselo hacia el interior de su panza.
Y entonces todo terminó. El tren ya había pasado. Peter abrió los ojos y vio el cielo azul y la nube grande y blanca flotando sobre su cabeza. Todo había pasado y lo había conseguido. Había sobrevivido.
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En navidad y en año nuevo, a mí, antes, me compraban unos cositos. Estrellitas, se llamaban. Se supone que eran un fuego artificial para los nenes, ponele. Vos prendés el coso y es básicamente un palo que lo vas moviendo y.. claro, tiene luz pq lo prendiste rand ayúdame a explicar bue. Y estaba aburrido y digo fua que recuerdos, bueno ya fue. agarre un papel de diario y nos e me ocurre la idea de enrrollarlo y agarrar un encendedor. Antes, con la estrellita, cuando ya estaba prendía, yo hacía jiros en el aire con la cosa en cuestión, entonces me puse a hacer eso con el papel prendido y bueno... digamos que no fue del todo bien. jasjsjsjsjjs
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Muajajaja vendito Kazhak utilizándome como referencias sexosas. Pa la próxima ni me preocupo de aprender como se escribe tu Nick. Aunque no estás lejos, pero les juro que más allá de eso soy adorable y esponjoso. Me decía mi amiguaya ayer en un lindo piropo que solo me llegan a conocer de verdad los que pasan esa parte.
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la estrellita jajaja que recuerdos :D era lo único a lo que me dejaban acercarme en cuanto a pirotecnia se refiere. Y no Little, un día vas a incendiar la casa a causa de tu aburrimiento eh? te advierto.
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jasjajsjasjasj sos un pelotudo igual te banco, también las usaba así hasta que agarré la punta de un mantel.
Si, básicamente es un trozo de alambre en forma de palo y en la punta se lo enciende con una mecha que tiene, a medida que lo vas agitando, ese movimiento genera efectos visuales según la trayectoria que le des, algo fácil para que los nenes usen. Siempre me parecieron un peligro la verdad.
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Mejor los chaquibum chasquibum o como mierda eran
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acá les decíamos traca traca (?)
los fosforitos eran buenos, una vez puse uno abajo de la mesa. Igual me asusté posta cuando con unos primos metimos una cebolla en una botella de sidra. Salió metralla de vidrio para todos lados.
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ajoaajaojaoooajoaj noo, se van a la mierda.
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Hoy sí tengo ganas de pegarme con alguien, @little_fox. ¿Si sales ahora de tu casa, cuanto tardas en llegar a España? te prometo que luego te devuelvo yo volando y sin que tengas que subirte en avión.
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17:26, no encuentro nada que me convenza en pedidos ya. Me estoy por levantar y salir a buscar algo para la merienda, espero que alguna panadería siga abierta, tengo 2 en radar. Les traigo algo?
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Unos vigilantes. Dale kazhak te rompo un brazo
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Primero tendrías que poder agarrarlo...
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Yo quiero un pan de agua, por favor, gracias.
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yo una enpanada
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Yo quiero una buena casata o una torta helada.
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qué es un pan de agua melanie por favor.
la kasata me parece postre de viejo choto pero banco.
oka vigilantes bien.
traje trenza y cremona por que no habia pastelitos ni bizcochitos, en realidad queria ir a la panaderia que es más de barrio pero cerrada hasta el 1 de febrero por vacaciones, había un cartel, gracias a la señora que me vio recorriendo el frente de izquierda a derecha y me avisó.
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Ay rand. ¿por qué me preguntas esas cosas si sabes que soy malísima explicando comidas?
Bueno, trataré de explicarlo, básicamente es un pan hecho de arina, sal, levadura y agua por su puesto, de hecho su masa se compone mayormente de agua y por eso se le dice así, aunque acá también le decimos palanqueta pero si no sabías que era diciendo pan de agua...
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